Monday, August 30, 2004
Letras de luto (de nuevo, maldición)
Parece imposible, pero es verdad. A escasos días de la muerte de Marosa di Giorgio, las letras uruguayas vuelven a sumirse en el luto profundo de una pérdida irreparable.
Hoy ha muerto Mario Levrero. No es necesario agregar más.
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Parece imposible, pero es verdad. A escasos días de la muerte de Marosa di Giorgio, las letras uruguayas vuelven a sumirse en el luto profundo de una pérdida irreparable.
Hoy ha muerto Mario Levrero. No es necesario agregar más.
Friday, August 27, 2004
Gracias, Jorge
Ni Batlle, ni Larrañaga, sino Jorge Abbondanza, quien en un arranque de locura la semana pasada publicó una sentida nota sobre la muerte del artista plástico Julio Alpuy. Los familiares y amigos no tardaron en llamar al diario para preguntar si la noticia era parte de la campaña de desinformación que "El País" viene manteniendo hace años, y que tuvo su ejemplo más claro en las últimas semanas cuando los titulares insistían en poner en duda el triunfo de Hugo Chávez cuando hasta Bush lo había reconocido.
Pues bien, este error tuvo tres consecuencias buenazas:
La primera fue permitirle a Alpuy leer las mierdas que los diarios publicarán cuando, en efecto, se muera. Debe ser bastante divertido leer el propio obituario.
La segunda fue comprobar una vez más, mediante un buen trabajo de campo, cómo la mayoría de las radios no hacen más que leer el diario y repetir las noticias, las verdaderas y las falsas, sin generar ninguna noticia propia. Los informativos radiales no son que repetidoras y periodistas de éstas radios, cualquiera que sepa leer.
Y la tercera fue el inmenso placer de escuchar hoy, en el programa de Sonia Breccia, al "experto en artes plásticas" y "culto" profesional, Dr. Julio María Sanguinetti, lamentar la muerte de Alpuy.
Desde aquí, gracias, Jorge. Y, a Sangui, un consejo: si vas a leer ese diario de mierda, por lo menos leelo todos los días.
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Ni Batlle, ni Larrañaga, sino Jorge Abbondanza, quien en un arranque de locura la semana pasada publicó una sentida nota sobre la muerte del artista plástico Julio Alpuy. Los familiares y amigos no tardaron en llamar al diario para preguntar si la noticia era parte de la campaña de desinformación que "El País" viene manteniendo hace años, y que tuvo su ejemplo más claro en las últimas semanas cuando los titulares insistían en poner en duda el triunfo de Hugo Chávez cuando hasta Bush lo había reconocido.
Pues bien, este error tuvo tres consecuencias buenazas:
La primera fue permitirle a Alpuy leer las mierdas que los diarios publicarán cuando, en efecto, se muera. Debe ser bastante divertido leer el propio obituario.
La segunda fue comprobar una vez más, mediante un buen trabajo de campo, cómo la mayoría de las radios no hacen más que leer el diario y repetir las noticias, las verdaderas y las falsas, sin generar ninguna noticia propia. Los informativos radiales no son que repetidoras y periodistas de éstas radios, cualquiera que sepa leer.
Y la tercera fue el inmenso placer de escuchar hoy, en el programa de Sonia Breccia, al "experto en artes plásticas" y "culto" profesional, Dr. Julio María Sanguinetti, lamentar la muerte de Alpuy.
Desde aquí, gracias, Jorge. Y, a Sangui, un consejo: si vas a leer ese diario de mierda, por lo menos leelo todos los días.
Thursday, August 26, 2004
Finalmente
El commentator aka Sigmur ha sucumbido a la tentación. Considerando que un blog está solamente 3 clicks away, y tomando en cuenta su afán comentador, era predecible. Pero hay que reconocer que sig se resistió bastante. Ahora, desde Motor Away, dirá lo suyo. Sabremos detectar el síndrome "hace tiempo que no posteo", seguiremos de cerca sus chistes sin gracia, trataremos de entender lo que quiso decir.
Enhorabuena, Sigmur: tienes un nuevo trabajo.
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El commentator aka Sigmur ha sucumbido a la tentación. Considerando que un blog está solamente 3 clicks away, y tomando en cuenta su afán comentador, era predecible. Pero hay que reconocer que sig se resistió bastante. Ahora, desde Motor Away, dirá lo suyo. Sabremos detectar el síndrome "hace tiempo que no posteo", seguiremos de cerca sus chistes sin gracia, trataremos de entender lo que quiso decir.
Enhorabuena, Sigmur: tienes un nuevo trabajo.
Wednesday, August 25, 2004
Una entrevista con Pier, librero.
Producto de un comentarios que puse en mi anterior post, volví a leer esta entrevista, que publiqué como parte de una nota sobre la Feria de Tristán Narvaja en "Insomnia", hace como cuatro años. La posteo acá por dos razones: porque la volví a leer y me gustó y porque no he escrito nada que merezca la pena postear. Cuando la publiqué originalmente, Pier se enojó conmigo, porque se trataba de una entrevista mucho más larga o porque no le gustó lo que dijo. Cuatro años después ha vuelto a hablarme, así que no voy a perder la oportunidad de arruinarlo de nuevo.
Por otra parte, no hay esperanzas de que pare de hablar de la Feria, así que tendrán que vivir con ello.
¿Desde cuando trabaja en la Feria?
Yo tengo dos periodos en la Feria, uno cuando recién nos colocaron a todos los libreros acá, en la calle Paysandú. Eso fue en los años ’50. Antes había algunos acá pero la mayoría estaban desparramados por todos lados. Pero previamente hubo una epidemia de polio, entonces cometieron la incongruencia de prohibir la venta de libros usados en la calle. Se podían vender en los establecimientos, se ve que los microbios no entraban en los locales. Después que pasó ese alboroto, que duró unos meses, nos agruparon. Chorizos y verdura ahí, acá libros, allá en Cerro Largo repuestos de automóviles. Empezaron a agruparnos por sectores para que la gente no tuviera que caminarse toda la feria para encontrar algo. En esa época empecé acá con Ruben, quien ha fallecido hace poco. Teníamos un puesto de 40 metros de largo.
¿Qué se vendía en aquella época?
Los libros eran casi todos anteriores a la Segunda Guerra, todavía no habían empezado a llegar ediciones españolas. Habían algunas editoriales argentinas buenas, como Losada y algunas otras. Pero lo que se veía más era fundamentalmente Tor, que eran materiales muy poco cuidados y muy mal conceptuados por los profesores, pero que le permitió a mucha gente adquirir el hábito de la lectura. Después habían novelitas, cosas que ahora ni las abuelas leen.
¿Cómo ha ido cambiando la gente que la frecuenta?
De repente ahora vienen menos niños. Después del ’55 o ’60, que empezó la televisión en grande, se fueron perdiendo los jóvenes.
¿Ya no se canjean revistas para niños en la feria?
Alguno todavía tiene algo, pero no demasiado. Uno de los mecanismos para que los niños empezaran a leer eran las revistas porque tenían poco texto y cansaban menos. Cuando yo era niño las revistas tenían mucho escrito y pocas ilustraciones, revistas como "El Gorrión", "Tid Bits", "Purrete". Empecé a leer a los cinco años, antes de ir a la escuela porque quería leer una historieta que salía en el diario de la noche "El vago Patagonia". Estaba bien, pues se te daba por coleccionar, por buscar un número que te faltaba. En el año ’65 Pereyra Rodríguez que era el director del José Pedro Varela, que era cliente mío, me pidió que le hiciera una lista a ver cuantas revistas canjeaba por día. Ese día que saqué la cuenta para él, canjeé mil doscientas revistas y ochocientos policiales, de esos chiquitos, no los de ‘El Séptimo Círculo’ que eso ya era el lujo.
Hay muchos mitos respecto a las cosas valiosas que se pueden encontrar aquí...
El mito puede haber sido realidad hace años, pero a estas alturas yo no creo que pasen esas cosas, pues el que huele algo se asesora, aunque sea le pregunta a los colegas. A mi me pasó algo así cuando recién empezaba. En 18 de Julio teníamos un puesto con Ruben y en el puesto una mesa de liquidación y Fusco Sansone, que era el subdirector de la Biblioteca un día andaba buscando por ahí, encontró una primera edición de "Paja Brava". No era una cosa tan importante ni tan valiosa, pero era raro encontrarlo. Entonces se difundió la noticia y al otro día había como cuarenta revolviendo a ver si encontraban algo. Acá mismo en la Feria no recuerdo que haya aparecido nada importante, al menos no tirado como si fuera papel. Generalmente nos damos una mano unos a los otros y no pasan esas cosas. Puede pasar, como a mí cuando tenía el local, tener una primera edición de Alejandro Dumas del ’93, en francés, con el único retrato que vi de él sin barba, y tener que casi regalarlo pues acá nadie entendía el valor que podía tener esa primera edición.
Uno de los libreros más famosos de la feria fue Ruben, casi un pionero...
Bueno, no es como se dice por ahí, que Ruben empezó a vender en la feria a los diez años. Yo lo conocí cuando tenía dieciocho años, como yo. El tenía un puestito al lado del Stella D’Italia, un puesto chiquito.
Lo que tuvo Ruben de inteligente en aquel tiempo fue la idea de facilitar el canje. El canje normalmente antes era 2 por 1 y el inventó el cobrar un tanto por ciento por la lectura del libro. Te servía si no te querías quedar con el libro. Ese mecanismo lo ayudó mucho en aquel momento y ayudó también a la gente. Después empezó con un sistema que era el de vender los textos de estudio y tomarlos al año siguiente al mismo precio si se canjeaban por otros textos. Pero ¿cuál era el guille del asunto? Que las inflaciones uruguayas eran del 80 o el 100% entonces al otro año en realidad te estaba pagando la mitad. Yo creo que mucha gente no se daba cuenta del asunto.
¿Después que se salió de la dictadura empezaron a aparecer los libros que la gente había escondido de los militares?
Lo curioso del caso fue que en el ’85 cuando se fueron los militares, el primer domingo luego de que asumió Sanguinetti, se llenó de libros de izquierda. Ni la U.R.S.S. tenía tantos libros de izquierda como nosotros. Reaparecieron colecciones de "Marcha", libros de Marx, de Lenin y se vendió una locura. Yo tengo todavía una caja pero ya no se venden. Por allá arriba está Hugo, que tiene unos cuantos, que algún recalcitrante por ahí, compra. Claro, si tuviera "El Capital" sí lo vendo, porque se considera que es un texto de economía, que por lo menos hay que tenerlo, aunque no lo leas. No conozco uno que lo haya leído. El primer tomo alguno lo leyó un poquitito, pero después adiós. Todo ese material político se vendía por gusto nomás, la mayoría de la gente que lo compraba era por el entusiasmo que le daba comprar algo que antes estaba prohibido. Era como pornografía.
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Producto de un comentarios que puse en mi anterior post, volví a leer esta entrevista, que publiqué como parte de una nota sobre la Feria de Tristán Narvaja en "Insomnia", hace como cuatro años. La posteo acá por dos razones: porque la volví a leer y me gustó y porque no he escrito nada que merezca la pena postear. Cuando la publiqué originalmente, Pier se enojó conmigo, porque se trataba de una entrevista mucho más larga o porque no le gustó lo que dijo. Cuatro años después ha vuelto a hablarme, así que no voy a perder la oportunidad de arruinarlo de nuevo.
Por otra parte, no hay esperanzas de que pare de hablar de la Feria, así que tendrán que vivir con ello.
¿Desde cuando trabaja en la Feria?
Yo tengo dos periodos en la Feria, uno cuando recién nos colocaron a todos los libreros acá, en la calle Paysandú. Eso fue en los años ’50. Antes había algunos acá pero la mayoría estaban desparramados por todos lados. Pero previamente hubo una epidemia de polio, entonces cometieron la incongruencia de prohibir la venta de libros usados en la calle. Se podían vender en los establecimientos, se ve que los microbios no entraban en los locales. Después que pasó ese alboroto, que duró unos meses, nos agruparon. Chorizos y verdura ahí, acá libros, allá en Cerro Largo repuestos de automóviles. Empezaron a agruparnos por sectores para que la gente no tuviera que caminarse toda la feria para encontrar algo. En esa época empecé acá con Ruben, quien ha fallecido hace poco. Teníamos un puesto de 40 metros de largo.
¿Qué se vendía en aquella época?
Los libros eran casi todos anteriores a la Segunda Guerra, todavía no habían empezado a llegar ediciones españolas. Habían algunas editoriales argentinas buenas, como Losada y algunas otras. Pero lo que se veía más era fundamentalmente Tor, que eran materiales muy poco cuidados y muy mal conceptuados por los profesores, pero que le permitió a mucha gente adquirir el hábito de la lectura. Después habían novelitas, cosas que ahora ni las abuelas leen.
¿Cómo ha ido cambiando la gente que la frecuenta?
De repente ahora vienen menos niños. Después del ’55 o ’60, que empezó la televisión en grande, se fueron perdiendo los jóvenes.
¿Ya no se canjean revistas para niños en la feria?
Alguno todavía tiene algo, pero no demasiado. Uno de los mecanismos para que los niños empezaran a leer eran las revistas porque tenían poco texto y cansaban menos. Cuando yo era niño las revistas tenían mucho escrito y pocas ilustraciones, revistas como "El Gorrión", "Tid Bits", "Purrete". Empecé a leer a los cinco años, antes de ir a la escuela porque quería leer una historieta que salía en el diario de la noche "El vago Patagonia". Estaba bien, pues se te daba por coleccionar, por buscar un número que te faltaba. En el año ’65 Pereyra Rodríguez que era el director del José Pedro Varela, que era cliente mío, me pidió que le hiciera una lista a ver cuantas revistas canjeaba por día. Ese día que saqué la cuenta para él, canjeé mil doscientas revistas y ochocientos policiales, de esos chiquitos, no los de ‘El Séptimo Círculo’ que eso ya era el lujo.
Hay muchos mitos respecto a las cosas valiosas que se pueden encontrar aquí...
El mito puede haber sido realidad hace años, pero a estas alturas yo no creo que pasen esas cosas, pues el que huele algo se asesora, aunque sea le pregunta a los colegas. A mi me pasó algo así cuando recién empezaba. En 18 de Julio teníamos un puesto con Ruben y en el puesto una mesa de liquidación y Fusco Sansone, que era el subdirector de la Biblioteca un día andaba buscando por ahí, encontró una primera edición de "Paja Brava". No era una cosa tan importante ni tan valiosa, pero era raro encontrarlo. Entonces se difundió la noticia y al otro día había como cuarenta revolviendo a ver si encontraban algo. Acá mismo en la Feria no recuerdo que haya aparecido nada importante, al menos no tirado como si fuera papel. Generalmente nos damos una mano unos a los otros y no pasan esas cosas. Puede pasar, como a mí cuando tenía el local, tener una primera edición de Alejandro Dumas del ’93, en francés, con el único retrato que vi de él sin barba, y tener que casi regalarlo pues acá nadie entendía el valor que podía tener esa primera edición.
Uno de los libreros más famosos de la feria fue Ruben, casi un pionero...
Bueno, no es como se dice por ahí, que Ruben empezó a vender en la feria a los diez años. Yo lo conocí cuando tenía dieciocho años, como yo. El tenía un puestito al lado del Stella D’Italia, un puesto chiquito.
Lo que tuvo Ruben de inteligente en aquel tiempo fue la idea de facilitar el canje. El canje normalmente antes era 2 por 1 y el inventó el cobrar un tanto por ciento por la lectura del libro. Te servía si no te querías quedar con el libro. Ese mecanismo lo ayudó mucho en aquel momento y ayudó también a la gente. Después empezó con un sistema que era el de vender los textos de estudio y tomarlos al año siguiente al mismo precio si se canjeaban por otros textos. Pero ¿cuál era el guille del asunto? Que las inflaciones uruguayas eran del 80 o el 100% entonces al otro año en realidad te estaba pagando la mitad. Yo creo que mucha gente no se daba cuenta del asunto.
¿Después que se salió de la dictadura empezaron a aparecer los libros que la gente había escondido de los militares?
Lo curioso del caso fue que en el ’85 cuando se fueron los militares, el primer domingo luego de que asumió Sanguinetti, se llenó de libros de izquierda. Ni la U.R.S.S. tenía tantos libros de izquierda como nosotros. Reaparecieron colecciones de "Marcha", libros de Marx, de Lenin y se vendió una locura. Yo tengo todavía una caja pero ya no se venden. Por allá arriba está Hugo, que tiene unos cuantos, que algún recalcitrante por ahí, compra. Claro, si tuviera "El Capital" sí lo vendo, porque se considera que es un texto de economía, que por lo menos hay que tenerlo, aunque no lo leas. No conozco uno que lo haya leído. El primer tomo alguno lo leyó un poquitito, pero después adiós. Todo ese material político se vendía por gusto nomás, la mayoría de la gente que lo compraba era por el entusiasmo que le daba comprar algo que antes estaba prohibido. Era como pornografía.
Sunday, August 22, 2004
Crazy boys
Ayer vi el video de "El año del caballo", la película de Jim Jarmusch sobre Neil Young y Crazy Horse. Además de divertirme mucho que el guitarrista Frank "Pancho" Sampedro no hiciera casi otra cosa que decirle a Jarmusch que era un pretencioso, que si pensaba que con su camarita y diez preguntas podría llegar a acercarse siquiera a lo que significaron 30 años de carrera, que era un cheto de Nueva York y no sé cuántas bravuconadas más, una escena en particular llamó mi atención.
En un recital de 1976, en el teatro Hammersmith Odeon en Londres, un hippie se acercó a hablar con Young en el backstage:
-No me importa llamarme Jesús. Ya me han llamado así dos veces para vivir en este planeta.
San Francisco fue el renacimiento del planeta. Si supieran la vida tan simple que llevaba yo en Israel, entenderían lo de San Francisco.
-¿En Israel?
-Sí, antes.
-Ya veo.
-Dos mil años no son nada. Cada día es nuevo. Vivir, trabajar, amar. Estoy con el planeta.
-Genial. Suerte Jesús.
-OK
-Que esta vez te vaya bien.
-Sí, la otra fue dura.
Eso me hizo acordar a algo que había leído hace varios años en "All those years ago", la biografía de Paul McCartney escrita por Barry Miles. McCartney habla de algo que le sucedió el día en que iban a grabar 'Fixing a Hole', canción que en su momento se asoció con la heroína cuando más bien se refería a hacer lo que uno quiere con su vida, a "arreglarla" a la manera propia:
"Vino un tipo a la puerta de mi casa y le dije '¿Sí, hola?', porque yo siempre atendía a todos. Si eran aburridos les decía 'No, gracias, lo lamento' y por lo general se iban. Este tipo me dijo: 'Soy Jesucristo'. Yo respondí 'Oh, oh', un poco chocado. Después agregué: 'Bueno, entonces será mejor que entres'. Pensé: 'Lo más probable es que no lo sea. Pero si es, no voy a ser yo el que lo eche"
Siempre me pareció que esa anécdota daba cuenta a la perfección de la actitud-McCartney, despierta y desapasionada, que absorbía la cantidad exacta de las cosas que lo rodeaban para extraerles lo que pudiera servir sin ser arrastrado por ellas.
Más adelante en la misma biografía Miles cuenta que el personal de prensa de Apple se las tenía que ver casi a diario con un tipo que decía ser Hitler. Por otra parte, cuando mataron a John Lennon, una de las versiones que circuló fue que Mark Chapman creía que él era John Lennon, y no podían haber dos.
Ahora me pregunto quién creen que son los locos de hoy. Sería rarísimo que actualmente un loco se creyera Napoleón, pero es probable que los manicomios rebosen de bin-Ladens, Bob Marleys y Che Guevaras.
O, lo que es peor, las calles...
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Ayer vi el video de "El año del caballo", la película de Jim Jarmusch sobre Neil Young y Crazy Horse. Además de divertirme mucho que el guitarrista Frank "Pancho" Sampedro no hiciera casi otra cosa que decirle a Jarmusch que era un pretencioso, que si pensaba que con su camarita y diez preguntas podría llegar a acercarse siquiera a lo que significaron 30 años de carrera, que era un cheto de Nueva York y no sé cuántas bravuconadas más, una escena en particular llamó mi atención.
En un recital de 1976, en el teatro Hammersmith Odeon en Londres, un hippie se acercó a hablar con Young en el backstage:
-No me importa llamarme Jesús. Ya me han llamado así dos veces para vivir en este planeta.
San Francisco fue el renacimiento del planeta. Si supieran la vida tan simple que llevaba yo en Israel, entenderían lo de San Francisco.
-¿En Israel?
-Sí, antes.
-Ya veo.
-Dos mil años no son nada. Cada día es nuevo. Vivir, trabajar, amar. Estoy con el planeta.
-Genial. Suerte Jesús.
-OK
-Que esta vez te vaya bien.
-Sí, la otra fue dura.
Eso me hizo acordar a algo que había leído hace varios años en "All those years ago", la biografía de Paul McCartney escrita por Barry Miles. McCartney habla de algo que le sucedió el día en que iban a grabar 'Fixing a Hole', canción que en su momento se asoció con la heroína cuando más bien se refería a hacer lo que uno quiere con su vida, a "arreglarla" a la manera propia:
"Vino un tipo a la puerta de mi casa y le dije '¿Sí, hola?', porque yo siempre atendía a todos. Si eran aburridos les decía 'No, gracias, lo lamento' y por lo general se iban. Este tipo me dijo: 'Soy Jesucristo'. Yo respondí 'Oh, oh', un poco chocado. Después agregué: 'Bueno, entonces será mejor que entres'. Pensé: 'Lo más probable es que no lo sea. Pero si es, no voy a ser yo el que lo eche"
Siempre me pareció que esa anécdota daba cuenta a la perfección de la actitud-McCartney, despierta y desapasionada, que absorbía la cantidad exacta de las cosas que lo rodeaban para extraerles lo que pudiera servir sin ser arrastrado por ellas.
Más adelante en la misma biografía Miles cuenta que el personal de prensa de Apple se las tenía que ver casi a diario con un tipo que decía ser Hitler. Por otra parte, cuando mataron a John Lennon, una de las versiones que circuló fue que Mark Chapman creía que él era John Lennon, y no podían haber dos.
Ahora me pregunto quién creen que son los locos de hoy. Sería rarísimo que actualmente un loco se creyera Napoleón, pero es probable que los manicomios rebosen de bin-Ladens, Bob Marleys y Che Guevaras.
O, lo que es peor, las calles...
Tuesday, August 17, 2004
Letras de luto
Dirán que se fue volando con sus alas de mariposa. Que pasó a habitar para siempre el reino mágico que creó. Que ahora está dibujándole magnolias a los ángeles.
Podrán decir infinitas cosas bellas para no decir lo triste: que Marosa di Giorgio ha muerto, que ya no la veremos más con su misterio a cuestas, que ya no más poesía, esa poesía única, hermosísima, perturbadora como pocas.
(Mientras esto escribo veo que Teledoce le brinda su homenaje a Marosa en su espacio 'Noticias breves'. La TV me desmiente, en tiempo real. Nada de alas de mariposa o reino mágico. El obituario, de seis líneas, termina: "Su último libro, editado en Buenos Aires, fue récord de ventas")
Yo no sé qué le pasa al mundo, no sé qué hay que hacer para que los buenos tengan su día. Ni siquiera se puede estar triste en paz.
Y sin embargo, sé que la poesía de Marosa se leerá aquí y en todas partes, aunque muy probablemente mucho más en todas partes que aquí (como sucede actualmente en Argentina, que no demorará en creer, probablemente con derecho, que Marosa, al igual que Gardel y Horacio Quiroga -y hasta a veces Onetti- eran de esa nacionalidad). Sé que dentro de pocos años habrá alguien del Diario El País que se queje por la atención que se le preste a esa escritora erótica y oscura, cuando su obra poética sea reconocida como una de las más importantes de Latinoamérica, tal como hoy se quejan de la atención que se le presta a la inmoral Delmira por los artículos dedicados a la reciente edición en inglés de su obra.
Pero también sé que dentro de 100 años, habrá jovenzuelos que lean a Marosa con la misma devoción que nosotros leímos a Julio Herrera y Reissig.
Ahora me doy cuenta que los buenos no tienen su día, sino sus siglos. Siglos de devotos contra todas las chances. Que no hay nada que se parezca a la maravilla de descubrir una voz , una música, escondida, oscura y secreta, que se las ingenia para hablarnos fuerte y claro atravesando el tiempo. Que no hay emoción más intensa que pasar esas páginas aparentemente olvidadas y sentirse parte de una comunidad eterna, que franquear la entrada a ese escondido mundo mágico:
Para revivir la edad anaranjada, hay que convocar a todos los testigos, a los que sufrieron, a los que se reían, y también al más pequeño y al que estaba más lejos.
Hay que reencender a las abuelas; que vengan con sus grandes cruces de canela a cuestas y bien clavadas con aquellos largos clavos aromáticos, como cuando vivían alrededor del fuego y del almíbar.
Hay que interrogar al alhelí y acosarlo a preguntas, no vaya a perderse algún detalle morado.
Hay que hablar con la mariposa, seriamente, y con los gallos salvajes de bronca voz y grandes uñas de plata.
Y que vengan las verónicas de entonces, las pálidas verónicas -errantes entre las flores y los árboles y el humo- que devuelvan el rostro del azúcar, el retrato de los higos.
Y mandar aviso a las glicinas para que traigan su vieja actitud de uva. Y a la populosa granada, y a la procesión de las yucas, y al guardián de los nísperos, amarillento y odioso, y a mi cabellera de entonces, todo llena de brujas y planetas, y a las cabañas errantes, y al ángel de los cerros, el de las amatistas -con un ala rosada y la otra azul- y a los azahares del limón, grandes como nardos.
Y que vengan todas las cajas de papel de plata, y todas las botellas de colores, y también las llaves y los abanicos y el pastel de Navidad parado en sus zancos de cerezas.
Para revivir la edad anaranjada, hay que no olvidar a nadie, y hay que llamar a todos. Y sobre todo al señor humo, que es el más serio y el más tenue y el más amado.
Y hay que invitar a Dios.
Hoy, más triste que nunca, vuelvo a abrir "Los papeles salvajes" para entender mejor el maravilloso mundo en el que Marosa vivía, aquel en el que es posible que los muertos vuelvan.
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Dirán que se fue volando con sus alas de mariposa. Que pasó a habitar para siempre el reino mágico que creó. Que ahora está dibujándole magnolias a los ángeles.
Podrán decir infinitas cosas bellas para no decir lo triste: que Marosa di Giorgio ha muerto, que ya no la veremos más con su misterio a cuestas, que ya no más poesía, esa poesía única, hermosísima, perturbadora como pocas.
(Mientras esto escribo veo que Teledoce le brinda su homenaje a Marosa en su espacio 'Noticias breves'. La TV me desmiente, en tiempo real. Nada de alas de mariposa o reino mágico. El obituario, de seis líneas, termina: "Su último libro, editado en Buenos Aires, fue récord de ventas")
Yo no sé qué le pasa al mundo, no sé qué hay que hacer para que los buenos tengan su día. Ni siquiera se puede estar triste en paz.
Y sin embargo, sé que la poesía de Marosa se leerá aquí y en todas partes, aunque muy probablemente mucho más en todas partes que aquí (como sucede actualmente en Argentina, que no demorará en creer, probablemente con derecho, que Marosa, al igual que Gardel y Horacio Quiroga -y hasta a veces Onetti- eran de esa nacionalidad). Sé que dentro de pocos años habrá alguien del Diario El País que se queje por la atención que se le preste a esa escritora erótica y oscura, cuando su obra poética sea reconocida como una de las más importantes de Latinoamérica, tal como hoy se quejan de la atención que se le presta a la inmoral Delmira por los artículos dedicados a la reciente edición en inglés de su obra.
Pero también sé que dentro de 100 años, habrá jovenzuelos que lean a Marosa con la misma devoción que nosotros leímos a Julio Herrera y Reissig.
Ahora me doy cuenta que los buenos no tienen su día, sino sus siglos. Siglos de devotos contra todas las chances. Que no hay nada que se parezca a la maravilla de descubrir una voz , una música, escondida, oscura y secreta, que se las ingenia para hablarnos fuerte y claro atravesando el tiempo. Que no hay emoción más intensa que pasar esas páginas aparentemente olvidadas y sentirse parte de una comunidad eterna, que franquear la entrada a ese escondido mundo mágico:
Para revivir la edad anaranjada, hay que convocar a todos los testigos, a los que sufrieron, a los que se reían, y también al más pequeño y al que estaba más lejos.
Hay que reencender a las abuelas; que vengan con sus grandes cruces de canela a cuestas y bien clavadas con aquellos largos clavos aromáticos, como cuando vivían alrededor del fuego y del almíbar.
Hay que interrogar al alhelí y acosarlo a preguntas, no vaya a perderse algún detalle morado.
Hay que hablar con la mariposa, seriamente, y con los gallos salvajes de bronca voz y grandes uñas de plata.
Y que vengan las verónicas de entonces, las pálidas verónicas -errantes entre las flores y los árboles y el humo- que devuelvan el rostro del azúcar, el retrato de los higos.
Y mandar aviso a las glicinas para que traigan su vieja actitud de uva. Y a la populosa granada, y a la procesión de las yucas, y al guardián de los nísperos, amarillento y odioso, y a mi cabellera de entonces, todo llena de brujas y planetas, y a las cabañas errantes, y al ángel de los cerros, el de las amatistas -con un ala rosada y la otra azul- y a los azahares del limón, grandes como nardos.
Y que vengan todas las cajas de papel de plata, y todas las botellas de colores, y también las llaves y los abanicos y el pastel de Navidad parado en sus zancos de cerezas.
Para revivir la edad anaranjada, hay que no olvidar a nadie, y hay que llamar a todos. Y sobre todo al señor humo, que es el más serio y el más tenue y el más amado.
Y hay que invitar a Dios.
Hoy, más triste que nunca, vuelvo a abrir "Los papeles salvajes" para entender mejor el maravilloso mundo en el que Marosa vivía, aquel en el que es posible que los muertos vuelvan.
Monday, August 16, 2004
Ghetta is back
Es increíble lo sencilla y larga que es la vida real: se reduce a levantarse, trabajar y acostarse, sin parar nunca ni desviarse de ese ciclo único. Luego de dos semanas de obligada eficiencia, ya ni siquiera pesa, puesto que no hay opción. Incluso uno termina haciendo las cosas menos urgentes, aquellas que pasaban horas, días o semanas sin ser resueltas. Los platos son lavados inmediatamente después de terminar de comer, reina un orden inusual en la casa e incluso uno llega a trabajar más temprano, aceptando todo lo que pase sin pestañear, sin que ningún contratiempo sea capaz de movernos un ápice hacia la ira o la desesperación. No es del todo mala la vida real, salvo que después uno mata, roba o engaña con la misma desaprensión. Una tarea más.
Si habrá sido eficiente mi vida en estas últimas dos semanas que, aún en pleno atareamiento, he llamado a la oficina del censo, pues no había manera de que alguien me hallara en mi casa. No llamé una vez, sino docenas de veces, con un celo por la estadística digno de Constanza Moreira. Nunca atendían o estaba ocupado por horas. Pero ésta, al igual que el resto de mis tareas asignadas, fue cumplida tras mantener uno de los diálogos más extraños de mi vida:
- ¿Nombres de pila y edades de los habitantes de la casa?
- Remo, 38, Ghetta, 36
- ¿Comparten los alimentos?
- ¿Perdón?
- Si comparten los alimentos.
- Supongo que sí.
Todavía estoy pensando si no habré entendido mal. Tal vez se trate de que, para los nuevos estadísticos, lo que hace a un núcleo familiar sea comer de la misma batea. Sin embargo, me imaginé a un montón de encuestadores pasándolas canutas en los asentamientos haciendo esta extrañísima pregunta.
Esto del alimento de los pobres me hizo acordar a Angelito, un ocasional compañero de trabajo de mi padre. Cuando no había trabajo, Angelito vendía banderitas de nylon en el estadio. Hincha fanático de Nacional lo encontrábamos a veces cuando íbamos al Estadio, voceando resignado las banderitas de Peñarol, con gorrito aurinegro, cuando la suerte del campeonato se inclinaba hacia el odiado cuadro. "Sólo el hambre....", nos decía, apretando los dientes.
Pues bien, en una extraña ocasión en que Angelito tuvo trabajo fijo por varios meses, estuvo semanas acosando a sus compañeros con la frase "¡Que ganas de comer hamburguesas con cebolla!" Día tras día Angelito soñaba con las hamburguesas con cebolla del bar de la esquina. Hasta que mi padre, ya harto, un mediodía lo alentó a cumplir su sueño, a ver si se libraban del mantra.
Angelito llegó al bar y preguntó: "¿Cuánto salen las hamburguesas con cebolla?". Pues, veinticinco pesos. "¿Y sin cebolla? -repreguntó. "Veintidós". Je, je, je.
Ustedes dirán que nada de lo anterior tiene que ver con lo que viene. Sucede que la lectura de "The Onion", me hizo acordar de todo lo anterior (sobre la eficiencia, el hambre y la cebolla) y ahí va un artículo, aparecido en el increíblemente gracioso libro llamado "Our Dumb Century - 100 Years of Headlines from America's Finest News Source." (gracias Lorenza).
"Our Dumb Century" consiste en las portadasde The Onion si éste hubiese existido durante la totalidad del Siglo XX. Y me ha hecho reír lo indecible.
Reproduzco aquí, un artículo inspirado en lo que se ha llamado "la tragedia de los Andes" (y disculpen la pereza en no reformular esta denominación, pero es que estoy saliendo de mi yo eficiente). Lo traduzco, salvo la letra de la canción, pues es conocida por todo el mundo. No es ni cerca el artículo más gracioso del libro (prefiero el titulado "Etiopía, acosada por el hambre, hace un desesperado llamado de ayuda a U2" o el tremendo "Una maestra, un gatito y tres docenas de huérfanos despegarán mañana en el Challenger"). La elección del artículo sobre Gaynor se debe a que "The Onion" publica sus artículos de humor negrísimo sobre tragedias muy cercanas. Así que, sumándome a su espíritu (y al de 'El asado de Parrado'), coloco esto aquí, canturreando Ñam, ñam, ñam:
GLORIA GAYNOR, LA DIVA DEL DISCO, SOBREVIVE CATÁSTROFE AÉREA EN LOS ANDES COMIENDO JUGADORES DE RUGBY.
ORURO, BOLIVIA - La superestrella de la música disco, Gloria Gaynor, fue hallada viva por las cuadrillas de rescate el pasado domingo, siendo la única sobreviviente en el accidente de la selección de rugby boliviana, cuyo avión se desplomó hace tres meses.
Gaynor, que el 19 de agosto viajaba a Chile con la selección de rugby para cantar el himno boliviano en un partido, estuvo atrapada por casi 100 días en una remota sección de los Andes luego que el avión chocó.
La cantante declaró que había sobrevivido comiéndose a los atletas.
"At first I was afraid, I was petrified", dijo Gaynor, quién perdió más de 40 libras durante la odisea. "I thought that I could never live stranded on that mountainside. I stayed up many nights, just feeling sorry for myself. But, once I overcame my aversion to eating other human beings, I grew strong and I learned how to get along".
Gaynor dijo que se resistió al canibalismo durante las primeras dos semanas en las montañas. Pero cuando se le terminó cualquier otra fuente de alimentos y se dio cuenta que era su única chance de sobrevivir, finalmente cedió.
"I said I will survive", dijo Gaynor. "I will survive".
Ya lo saben: sean eficientes, compartan los alimentos y lean "The Onion". You'll get a life.
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Es increíble lo sencilla y larga que es la vida real: se reduce a levantarse, trabajar y acostarse, sin parar nunca ni desviarse de ese ciclo único. Luego de dos semanas de obligada eficiencia, ya ni siquiera pesa, puesto que no hay opción. Incluso uno termina haciendo las cosas menos urgentes, aquellas que pasaban horas, días o semanas sin ser resueltas. Los platos son lavados inmediatamente después de terminar de comer, reina un orden inusual en la casa e incluso uno llega a trabajar más temprano, aceptando todo lo que pase sin pestañear, sin que ningún contratiempo sea capaz de movernos un ápice hacia la ira o la desesperación. No es del todo mala la vida real, salvo que después uno mata, roba o engaña con la misma desaprensión. Una tarea más.
Si habrá sido eficiente mi vida en estas últimas dos semanas que, aún en pleno atareamiento, he llamado a la oficina del censo, pues no había manera de que alguien me hallara en mi casa. No llamé una vez, sino docenas de veces, con un celo por la estadística digno de Constanza Moreira. Nunca atendían o estaba ocupado por horas. Pero ésta, al igual que el resto de mis tareas asignadas, fue cumplida tras mantener uno de los diálogos más extraños de mi vida:
- ¿Nombres de pila y edades de los habitantes de la casa?
- Remo, 38, Ghetta, 36
- ¿Comparten los alimentos?
- ¿Perdón?
- Si comparten los alimentos.
- Supongo que sí.
Todavía estoy pensando si no habré entendido mal. Tal vez se trate de que, para los nuevos estadísticos, lo que hace a un núcleo familiar sea comer de la misma batea. Sin embargo, me imaginé a un montón de encuestadores pasándolas canutas en los asentamientos haciendo esta extrañísima pregunta.
Esto del alimento de los pobres me hizo acordar a Angelito, un ocasional compañero de trabajo de mi padre. Cuando no había trabajo, Angelito vendía banderitas de nylon en el estadio. Hincha fanático de Nacional lo encontrábamos a veces cuando íbamos al Estadio, voceando resignado las banderitas de Peñarol, con gorrito aurinegro, cuando la suerte del campeonato se inclinaba hacia el odiado cuadro. "Sólo el hambre....", nos decía, apretando los dientes.
Pues bien, en una extraña ocasión en que Angelito tuvo trabajo fijo por varios meses, estuvo semanas acosando a sus compañeros con la frase "¡Que ganas de comer hamburguesas con cebolla!" Día tras día Angelito soñaba con las hamburguesas con cebolla del bar de la esquina. Hasta que mi padre, ya harto, un mediodía lo alentó a cumplir su sueño, a ver si se libraban del mantra.
Angelito llegó al bar y preguntó: "¿Cuánto salen las hamburguesas con cebolla?". Pues, veinticinco pesos. "¿Y sin cebolla? -repreguntó. "Veintidós". Je, je, je.
Ustedes dirán que nada de lo anterior tiene que ver con lo que viene. Sucede que la lectura de "The Onion", me hizo acordar de todo lo anterior (sobre la eficiencia, el hambre y la cebolla) y ahí va un artículo, aparecido en el increíblemente gracioso libro llamado "Our Dumb Century - 100 Years of Headlines from America's Finest News Source." (gracias Lorenza).
"Our Dumb Century" consiste en las portadasde The Onion si éste hubiese existido durante la totalidad del Siglo XX. Y me ha hecho reír lo indecible.
Reproduzco aquí, un artículo inspirado en lo que se ha llamado "la tragedia de los Andes" (y disculpen la pereza en no reformular esta denominación, pero es que estoy saliendo de mi yo eficiente). Lo traduzco, salvo la letra de la canción, pues es conocida por todo el mundo. No es ni cerca el artículo más gracioso del libro (prefiero el titulado "Etiopía, acosada por el hambre, hace un desesperado llamado de ayuda a U2" o el tremendo "Una maestra, un gatito y tres docenas de huérfanos despegarán mañana en el Challenger"). La elección del artículo sobre Gaynor se debe a que "The Onion" publica sus artículos de humor negrísimo sobre tragedias muy cercanas. Así que, sumándome a su espíritu (y al de 'El asado de Parrado'), coloco esto aquí, canturreando Ñam, ñam, ñam:
GLORIA GAYNOR, LA DIVA DEL DISCO, SOBREVIVE CATÁSTROFE AÉREA EN LOS ANDES COMIENDO JUGADORES DE RUGBY.
ORURO, BOLIVIA - La superestrella de la música disco, Gloria Gaynor, fue hallada viva por las cuadrillas de rescate el pasado domingo, siendo la única sobreviviente en el accidente de la selección de rugby boliviana, cuyo avión se desplomó hace tres meses.
Gaynor, que el 19 de agosto viajaba a Chile con la selección de rugby para cantar el himno boliviano en un partido, estuvo atrapada por casi 100 días en una remota sección de los Andes luego que el avión chocó.
La cantante declaró que había sobrevivido comiéndose a los atletas.
"At first I was afraid, I was petrified", dijo Gaynor, quién perdió más de 40 libras durante la odisea. "I thought that I could never live stranded on that mountainside. I stayed up many nights, just feeling sorry for myself. But, once I overcame my aversion to eating other human beings, I grew strong and I learned how to get along".
Gaynor dijo que se resistió al canibalismo durante las primeras dos semanas en las montañas. Pero cuando se le terminó cualquier otra fuente de alimentos y se dio cuenta que era su única chance de sobrevivir, finalmente cedió.
"I said I will survive", dijo Gaynor. "I will survive".
Ya lo saben: sean eficientes, compartan los alimentos y lean "The Onion". You'll get a life.
Monday, August 02, 2004
La inmortalidad
Creo que no leí ese libro de Milan Kundera. Lo que pasa es que los libros de MK tienen en mí la bendita característica de desaparecer sin dejar rastros. Debo haber leído varios, los más baratos en el mercado, los que se editaron en colecciones de kiosco o los que aparecieron usados en muy mal estado. Pero este post desorejado no tiene nada que ver con Kundera, sino con la inmortalidad y no creo que el secreto esté en ninguna de sus novelas. No en las de alguien que afirma que el ser es insoportablemente leve, sino tal vez en la de alguno que crea que es horriblemente persistente.
El ser humano es una máquina biológica obstinada y bastante obsesiva. La vida, en general, resiste. Digamos: shit happens. Lo que digo está en contradicción con la prevalencia de la desorganización, la ley del aumento de entropía y todo eso. En un rincón estaría Darwin y en el otro Clausius (Clay). Según las teorías de Darwin, a nivel biológico se tendería a una evolución según una complejidad creciente y a la autoorganización, mientras que la ley del aumento de entropía de Clausius afirma exactamente lo contrario. Hace años que ando atrás del viejo libro de Jacques Monod, "El azar y la necesidad" que expone la teoría de que la vida es un accidente en la historia de la naturaleza. Aunque sea para leer algo sumamente convincente pero que por razones no religiosas aunque igualmente inexplicables no estoy del todo de acuerdo.
Mi formación científica es sexto año de Derecho y Facultad de Humanidades. Así que poco podrá salir de esto. Sin embargo, como ejemplar ejemplar de ser vivo, estoy obsesionada por algunos asuntos y cada vez que ellos vuelven a mí, yo vuelvo a ellos... Leyendo "¿Tan sólo una ilusión?" de Illya Prigogine vuelvo al tema del divorcio entre ciencias y humanidades y me regocijo al encontrar lo siguiente:
"Citaré la correspondencia entre Einstein y su viejo amigo Michele Besso. En sus últimos años Besso insiste constantemente en la cuestión del tiempo ¿Qué es el tiempo, qué es la irreversibilidad? Einstein no se cansa de contestarle, la irreversibilidad es una ilusión, una impresión subjetiva, producto de condiciones iniciales excepcionales."
Cuando Besso muere, unos meses antes que el propio Einstein, éste le escribe a el hijo y a la hermana de su amigo: "Michele se me ha adelantado en dejar este extraño mundo. Es algo sin importancia. Para nosotros, físicos convencidos, la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, por persistente que ésta sea"
"Naturalmente, con la teoría cuántica se produjeron muchos cambios, pero aún así, perviven hoy día no pocos rasgos básicos de la concepción de Giordano Bruno del que se derivaría "el concepto mecanicista del mundo".
"Entonces ¿cómo entender esa naturaleza sin tiempo que excluye al hombre de la realidad que describe? Como ha puesto en relieve Carl Rubino, "La Ilíada", de Homero, gira en torno al problema del tiempo. Aquiles parte en busca de algo eterno e inmutable, pero la enseñanza de "La Ilíada", amarga lección que el héroe Aquiles aprende demasiado tarde, es que sólo se logra tal perfección a costa de la humanidad del individuo: éste tiene que perder la vida para acceder a ese plano de gloria. Para los seres humanos, ser inmutables, estar exentos de cambio, tener seguridad total y permaneceer inmunes a los veleidosos altibajos de la vida, solo es factible al dejar este mundo, al morir al convertirnos en dioses. Horacio nos dice que los dioses son los unicos seres que llevan una vida sin riesgos, exenta de angustia y cambios.
"La Odisea" representa el contrapunto dialéctico de "La Iliada". Odiseo puede elegir y su fortuna es poder optar entre la eterna juventud y la inmortalidad, siendo para siempre amante de Calipso o el regreso a la humanidad y, en definitiva, a la vejez y a la muerte. Sin embargo, elige el tiempo por la eternidad, el destino humano por el destino de los dioses."
Viniendo un poco más cerca de nuestra época, Paul Valéry, en sus "Cahiers" vuelve una y otra vez sobre el problema del tiempo.
"El determinismo riguroso es profundamente deísta. Ya que haría falta un dios para percibir esa absoluta concatenación infinita. Hay que imaginar a un dios, un cerebro de dios para imaginar tal lógica. Es un punto de vista divino. De manera que al dios atrincherado en la creación del universo lo restablece la comprensión de ese universo. Se quiera o no, el pensamiento determinista contiene necesariamente a un dios -y es una cruel ironía"
Según Prigogine el determinismo sólo es concebible para un observador situado fuera del mundo, cuando lo que nosotros describimos es el mundo desde dentro. Según la irreverente Ghetta (y según sig, despues del cuarto vaso de vino), el hombre es un dios. Ghetta la jugá, says que el hombre está situado a la vez fuera y dentro del mundo y que el estar situado dentro de él es parte de la ilusión.
Pero sigamos con Prigogine:
"Hemos asistido a una decadencia progresiva de la 'filosofía de la naturaleza'. Estoy totalmente de acuerdo con Leclerc cuando dice:
"En el siglo actual, sufrimos las consecuencias del divorcio entre ciencia y filosofía, que siguió al triunfo de la física newtoniana en el siglo XVIII. Y no es sólo el diálogo entre ciencia y filosofía el que se ha resentida.
Esta es una de las raíces de la dicotomía en 'dos culturas'. Existe una oposición irreductible entre la razón clásica, que es una visión atemporal, y nuestra existencia, con la consiguiente interpretación del tiempo a modo del torbellino descrito por Nabokov en "Mira los arlequines."
El libro de Prigogine es lo suficientemente viejo para explicar de nuevo el papel de los procesos irreversibles y el azar. Pero no es eso lo que me interesa sino más bien lo contrario, es decir, cómo a pesar de la ley de entropía creciente la vida es capaz de mantenerse. Ya no deben acordarse, pero este post se llama 'La inmortalidad'. Obviamente no tengo ninguna respuesta, si fuera así no estaría escribiendo en un apestoso blog. Ahora estoy tentada con volver a Keats, al ruiseñor de Keats, y embretarme con el nominalismo y todo ese bardo de platónicos o aristotélicos. Pero no lo haré, pues me urge pasar al destino posthumano del hombre.
Hum...se van a defraudar si piensan que voy a decir algo nuevo. Solamente quería citar un par de ideas recibidas: "La oposición entre la carne mortal y pesada por un lado y el cuerpo etéreo de información -el yo descarnado- por otro, es uno de los dualismo fundamentales de la cibercultura. Para los maníacos de la programación, los piratas informáticos, los adictos a los videojuegos y los navegantes de internet que surfean los tablones de noticias electrónicos queda bien decir que el cuerpo es un residuo del que el Homo Sapiens (el Homo ciber de finales del siglo XX) podría prescindir". El que habla es Mark Dery, desde su famoso libro "Velocidad de escape", que venía con uno de los números de la revista "El Paseante" (sólo el hijo de una Duquesa puede hacer eso).
Todo muy lindo, pero Ghetta says que nos estamos queriendo librar demasiado rápido de la biología. Es la lógica capitalista del úselo y tírelo. Supongo que preferiría habitar mi vieja casa reciclada hasta que ya no de más. Es por eso que, mientras esperamos que se fabriquen computadoras cada vez con mayor capacidad de cálculo más vale que no se olviden de la vieja biología, la investigación genética, la clonación y la química. Y, entretanto, podrían tratar de explicar el fenómeno de la consciencia.
"La idea de Hans Moravec de 'descarga' (pasar las redes neurales idiosincráticas de nuestras mentes a la memoria de un ordenador haciendo que el cuerpo sea superfluo) proporciona una solución altamente teórica, aunque exhaustivamente trabajada, al difícil problema de cómo extraer la mente del cuerpo. (...) Los robots capaces de controlar su propia evolución superarán muy pronto el equivalente humano (...). Descargar la consciencia humana en un ordenador es una de las estrategias de Moravec para conseguir mantener el paso a nuestras creaciones superevolucionadas. Con dudoso placer, Moravec describe un cirujano robot abriendo el cráneo de una persona y utilizando resonancias magnéticas de super alta resolución para crear una simulación digital de la arquitectura neural del sujeto. Capa a capa el cerebro es digitalizado y estimulado, y, durante el proceso, el tejido superfluo se elimina quirurgicamente. Finalmente el cráneo queda vacío: el robot desconecta todos los sistemas vitales y el cuerpo muere entre convulsiones.
Entre tanto, a la consciencia del sujeto todo esto le da igual, moviéndose como un fantasma por el ciberespacio." Como dije más arriba, otra vez dioses, dentro y fuera del mundo.
Es nada menos que el paraíso cristiano, pero sin moral (al cielo no). Porque uno de los problemas más graves de la vida ultraterrena de los cristianos es que estos creen que después de abandonado el cuerpo conservan todas sus características terrenas en el más allá. Están dispuestos a dejar el cuerpo en la tierra, pero no se plantean que para llevar su mapa neural al más allá necesitan un "soporte". Y el alma, si es que existe, es etérea. Prefiero la solución de silicon.
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Creo que no leí ese libro de Milan Kundera. Lo que pasa es que los libros de MK tienen en mí la bendita característica de desaparecer sin dejar rastros. Debo haber leído varios, los más baratos en el mercado, los que se editaron en colecciones de kiosco o los que aparecieron usados en muy mal estado. Pero este post desorejado no tiene nada que ver con Kundera, sino con la inmortalidad y no creo que el secreto esté en ninguna de sus novelas. No en las de alguien que afirma que el ser es insoportablemente leve, sino tal vez en la de alguno que crea que es horriblemente persistente.
El ser humano es una máquina biológica obstinada y bastante obsesiva. La vida, en general, resiste. Digamos: shit happens. Lo que digo está en contradicción con la prevalencia de la desorganización, la ley del aumento de entropía y todo eso. En un rincón estaría Darwin y en el otro Clausius (Clay). Según las teorías de Darwin, a nivel biológico se tendería a una evolución según una complejidad creciente y a la autoorganización, mientras que la ley del aumento de entropía de Clausius afirma exactamente lo contrario. Hace años que ando atrás del viejo libro de Jacques Monod, "El azar y la necesidad" que expone la teoría de que la vida es un accidente en la historia de la naturaleza. Aunque sea para leer algo sumamente convincente pero que por razones no religiosas aunque igualmente inexplicables no estoy del todo de acuerdo.
Mi formación científica es sexto año de Derecho y Facultad de Humanidades. Así que poco podrá salir de esto. Sin embargo, como ejemplar ejemplar de ser vivo, estoy obsesionada por algunos asuntos y cada vez que ellos vuelven a mí, yo vuelvo a ellos... Leyendo "¿Tan sólo una ilusión?" de Illya Prigogine vuelvo al tema del divorcio entre ciencias y humanidades y me regocijo al encontrar lo siguiente:
"Citaré la correspondencia entre Einstein y su viejo amigo Michele Besso. En sus últimos años Besso insiste constantemente en la cuestión del tiempo ¿Qué es el tiempo, qué es la irreversibilidad? Einstein no se cansa de contestarle, la irreversibilidad es una ilusión, una impresión subjetiva, producto de condiciones iniciales excepcionales."
Cuando Besso muere, unos meses antes que el propio Einstein, éste le escribe a el hijo y a la hermana de su amigo: "Michele se me ha adelantado en dejar este extraño mundo. Es algo sin importancia. Para nosotros, físicos convencidos, la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, por persistente que ésta sea"
"Naturalmente, con la teoría cuántica se produjeron muchos cambios, pero aún así, perviven hoy día no pocos rasgos básicos de la concepción de Giordano Bruno del que se derivaría "el concepto mecanicista del mundo".
"Entonces ¿cómo entender esa naturaleza sin tiempo que excluye al hombre de la realidad que describe? Como ha puesto en relieve Carl Rubino, "La Ilíada", de Homero, gira en torno al problema del tiempo. Aquiles parte en busca de algo eterno e inmutable, pero la enseñanza de "La Ilíada", amarga lección que el héroe Aquiles aprende demasiado tarde, es que sólo se logra tal perfección a costa de la humanidad del individuo: éste tiene que perder la vida para acceder a ese plano de gloria. Para los seres humanos, ser inmutables, estar exentos de cambio, tener seguridad total y permaneceer inmunes a los veleidosos altibajos de la vida, solo es factible al dejar este mundo, al morir al convertirnos en dioses. Horacio nos dice que los dioses son los unicos seres que llevan una vida sin riesgos, exenta de angustia y cambios.
"La Odisea" representa el contrapunto dialéctico de "La Iliada". Odiseo puede elegir y su fortuna es poder optar entre la eterna juventud y la inmortalidad, siendo para siempre amante de Calipso o el regreso a la humanidad y, en definitiva, a la vejez y a la muerte. Sin embargo, elige el tiempo por la eternidad, el destino humano por el destino de los dioses."
Viniendo un poco más cerca de nuestra época, Paul Valéry, en sus "Cahiers" vuelve una y otra vez sobre el problema del tiempo.
"El determinismo riguroso es profundamente deísta. Ya que haría falta un dios para percibir esa absoluta concatenación infinita. Hay que imaginar a un dios, un cerebro de dios para imaginar tal lógica. Es un punto de vista divino. De manera que al dios atrincherado en la creación del universo lo restablece la comprensión de ese universo. Se quiera o no, el pensamiento determinista contiene necesariamente a un dios -y es una cruel ironía"
Según Prigogine el determinismo sólo es concebible para un observador situado fuera del mundo, cuando lo que nosotros describimos es el mundo desde dentro. Según la irreverente Ghetta (y según sig, despues del cuarto vaso de vino), el hombre es un dios. Ghetta la jugá, says que el hombre está situado a la vez fuera y dentro del mundo y que el estar situado dentro de él es parte de la ilusión.
Pero sigamos con Prigogine:
"Hemos asistido a una decadencia progresiva de la 'filosofía de la naturaleza'. Estoy totalmente de acuerdo con Leclerc cuando dice:
"En el siglo actual, sufrimos las consecuencias del divorcio entre ciencia y filosofía, que siguió al triunfo de la física newtoniana en el siglo XVIII. Y no es sólo el diálogo entre ciencia y filosofía el que se ha resentida.
Esta es una de las raíces de la dicotomía en 'dos culturas'. Existe una oposición irreductible entre la razón clásica, que es una visión atemporal, y nuestra existencia, con la consiguiente interpretación del tiempo a modo del torbellino descrito por Nabokov en "Mira los arlequines."
El libro de Prigogine es lo suficientemente viejo para explicar de nuevo el papel de los procesos irreversibles y el azar. Pero no es eso lo que me interesa sino más bien lo contrario, es decir, cómo a pesar de la ley de entropía creciente la vida es capaz de mantenerse. Ya no deben acordarse, pero este post se llama 'La inmortalidad'. Obviamente no tengo ninguna respuesta, si fuera así no estaría escribiendo en un apestoso blog. Ahora estoy tentada con volver a Keats, al ruiseñor de Keats, y embretarme con el nominalismo y todo ese bardo de platónicos o aristotélicos. Pero no lo haré, pues me urge pasar al destino posthumano del hombre.
Hum...se van a defraudar si piensan que voy a decir algo nuevo. Solamente quería citar un par de ideas recibidas: "La oposición entre la carne mortal y pesada por un lado y el cuerpo etéreo de información -el yo descarnado- por otro, es uno de los dualismo fundamentales de la cibercultura. Para los maníacos de la programación, los piratas informáticos, los adictos a los videojuegos y los navegantes de internet que surfean los tablones de noticias electrónicos queda bien decir que el cuerpo es un residuo del que el Homo Sapiens (el Homo ciber de finales del siglo XX) podría prescindir". El que habla es Mark Dery, desde su famoso libro "Velocidad de escape", que venía con uno de los números de la revista "El Paseante" (sólo el hijo de una Duquesa puede hacer eso).
Todo muy lindo, pero Ghetta says que nos estamos queriendo librar demasiado rápido de la biología. Es la lógica capitalista del úselo y tírelo. Supongo que preferiría habitar mi vieja casa reciclada hasta que ya no de más. Es por eso que, mientras esperamos que se fabriquen computadoras cada vez con mayor capacidad de cálculo más vale que no se olviden de la vieja biología, la investigación genética, la clonación y la química. Y, entretanto, podrían tratar de explicar el fenómeno de la consciencia.
"La idea de Hans Moravec de 'descarga' (pasar las redes neurales idiosincráticas de nuestras mentes a la memoria de un ordenador haciendo que el cuerpo sea superfluo) proporciona una solución altamente teórica, aunque exhaustivamente trabajada, al difícil problema de cómo extraer la mente del cuerpo. (...) Los robots capaces de controlar su propia evolución superarán muy pronto el equivalente humano (...). Descargar la consciencia humana en un ordenador es una de las estrategias de Moravec para conseguir mantener el paso a nuestras creaciones superevolucionadas. Con dudoso placer, Moravec describe un cirujano robot abriendo el cráneo de una persona y utilizando resonancias magnéticas de super alta resolución para crear una simulación digital de la arquitectura neural del sujeto. Capa a capa el cerebro es digitalizado y estimulado, y, durante el proceso, el tejido superfluo se elimina quirurgicamente. Finalmente el cráneo queda vacío: el robot desconecta todos los sistemas vitales y el cuerpo muere entre convulsiones.
Entre tanto, a la consciencia del sujeto todo esto le da igual, moviéndose como un fantasma por el ciberespacio." Como dije más arriba, otra vez dioses, dentro y fuera del mundo.
Es nada menos que el paraíso cristiano, pero sin moral (al cielo no). Porque uno de los problemas más graves de la vida ultraterrena de los cristianos es que estos creen que después de abandonado el cuerpo conservan todas sus características terrenas en el más allá. Están dispuestos a dejar el cuerpo en la tierra, pero no se plantean que para llevar su mapa neural al más allá necesitan un "soporte". Y el alma, si es que existe, es etérea. Prefiero la solución de silicon.