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Thursday, April 29, 2004

No vale ventar premia

Cual vil estrategia de marketing, y a los meros efectos de aumentar el tráfico en su site, No vale ventar ha decidido regalar un Porsche 911 3.6 Carrera al primero que indique el nombre del guitarrista que ocupa el puesto Nº 64 en el ranking "Los 100 mejores guitarristas de todos los tiempos" de la Rolling Stone.
Palabra.

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Haciendo la calle

Desde que las encuestas muestran que la preferencia del voto de los blancos es por Larrañaga (51% contra 40% de Lacalle, según CIFRA), el ex presidente de todos los uruguayos en aquella etapa de bonanza neoliberal alucinatoria que fueron los primeros ‘90s, ha salido al ruedo a negociar.
No hay dudas que Lacalle es de piedra. Con la misma cara de ganador de siempre, ha salido a proponer un "trueque" a los frentistas. La política es así.
Lacalle cuenta con el antecedente de los votos frentistas en la interna colorada que volcó la preferencia hacia Batlle, con tal de librarse de un eventual nuevo gobierno del Foro. El voto frentista para Batlle se basó en una mezcla zancadilla vengativa al Foro Batllista y al cálculo de que en un casi inevitable ballotage, un blanco como hueso de bagüal se cortaría una mano antes de votar a un Batlle.
Como están las cosas, a los frentistas se les vuelve a presentar una situación similar: la posibilidad de incidir en la interna de los partidos tradicionales.
El cálculo ahora es que, siendo los contendientes Vázquez, Lacalle y Stirling, es más probable que un simpatizante de Larrañaga opte por Vázquez en lugar de por Lacalle que lo contrario. El escenario ideal de la izquierda es dos bloques netamente diferenciados: progres versus los de siempre. Larrañaga complica la posibilidad de la izquierda de ganar en la primera vuelta y en vistas que el EP baja en las encuestas y el PN sube, más vale empezar a calcular qué conviene.
Contrariamente a lo expresado desde siempre desde la izquierda, que recomienda a sus votantes no incidir en la interna de otros partidos, Lacalle, muy a su estilo, ha salido a la ofensiva. Le ha recordado a todos que el voto es secreto. Que no hay que estar afiliado para votar. Y que no tiene ningún inconveniente que en la interna de los blancos vote cualquiera, siempre que lo voten a él. Voten a Lacalle que nadie se enterará.
¿Pero que pasa con los colorados? Con una interna definida, los foristas podrían devolverle el favor al Frente y votar por Larrañaga. De última, a los colorados también los favorece un escenario de bloques bien definidos y perdido por perdido es mejor un blanco de presidente y mayor representación parlamentaria captando todos los votos conservadores.
El ascenso de Larrañaga prueba dos cosas: que los partidos tradicionales necesitan urgentemente un recambio, porque votantes potenciales no les faltan. Si hay alguien en esta tierra capaz de votar a Larrañaga el fake gaucho, es porque hay gente que quiere permanecer en los partidos tradicionales, con la condición de que se maquillen un poco. Y la segunda es que el anquilosamiento del Partido Colorado es tan grave que deben estar arrepintiéndose de haber perdido a Manolito, el fake guerrillero. Es que antes del 11-S apostaban por el turco Abdala...

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Tuesday, April 27, 2004

El turno del ofendido

Ooops, creo que el del título se trata de un libro de Roque Dalton. No tengo idea de que tipo de libro se trata pero no tengo dudas sobre la clase de libro que es. No es que no me guste Roque Dalton, me gusta bastante, pero los prejuicios son funcionales y te hacen ahorrar tiempo. Es como el racismo. Todos sabemos que es malo, pero mientras uno no salga con una escopeta a perseguir cheyennes, puede ahorrarse de escuchar su música para probar tolerancia y ecuanimidad.
Pero no era de Roque Dalton de quien quería hablar sino de los ofendidos y mis prejuicios respecto a ellos. Tengo la certeza que cuánto más frecuentemente se ofende una persona menos ética es. Es decir que la tendencia a ofenderse es inversamente proporcional a la pureza de los valores de un individuo. Es bien cierto que no puedo probarlo, pero en mi experiencia personal, es infalible.
Lo curioso es que el ofenderse es, justamente, apelar a una ética propia superior a la del supuesto ofensor. Pero, aunque parezca contradictorio, cuanto más seguido alguien considera que otro ha lesionado su ética intachable, no se debe a que ésta sea superior a la media, sino todo lo contrario.
Para ser actuales pongamos el caso de Spillman. ¿Habéis visto a alguien más ofendido? Está bien, Spillman es un tarado. Busquemos otro ofendido: Juan Carlos Blanco. Otro ofendido: Fasano. Los hay a manos llenas. Todos los culpables se ofenden muchísimo, se ofenden hasta que les tiembla la papada, se ofenden y vociferan su condición de ofendidos, se ofenden y hacen juicios por injurias, si es posible con una cláusula de daños y perjuicios.
Así que ya saben: alejaos de los que se ofenden tan rápido como podáis. Y confiad más en los lectores de El Príncipe que en los de El Principito.

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Monday, April 26, 2004

Isn’t it iconic?

Hay diversas maneras de medir el éxito o el fracaso que uno ha tenido en la vida. En cuanto me mudé a un apartamento con un largo pasillo compartido por otros siete, pensé que el fracaso se medía en los metros que, de tu puerta, puede transitar tu enemigo sin que tengas derecho a sacarlo pitando. No es que yo sea particularmente enemiga de mis vecinos, pero sin duda hay más posibilidades de que llegue a serlo, que del que vive a 200 mts. de mi casa. Representan una amenaza más real, abriendo y cerrando sus puertas sin avisar, caminando a unos escasos centímetros de mi cabeza que trata de dormir, riendo o susurrando cosas que imagino siniestras. Cuando los oigo pasar, pienso invariablemente en dinero. Y, a pesar de que no todo es dinero en esta vida, de todas maneras sigo pensando que el fracaso se mide en metros: los que separan a tus sueños de la realidad.
Ayer estaba leyendo una revista de autos y vi un artículo sobre el auto de mis sueños. Nada demasiado sofisticado: un Porsche 911. Siendo el auto de mis sueños un Porsche 911, el de la realidad es un VW escarabajo. Loser.
OK, no sé nada de autos, pero cuando veo un Porsche siempre me acuerdo de V. de Thomas Pynchon y el amor que siente Rachel por su MG. Es memorable el pasaje en que Profane la encuentra lavando y hablándole a su auto:
"Tú, mi bello semental -le oyó decir-, me gusta tocarte. (...) ¿Sabes lo que siento cuando estamos en la carretera solos los dos? -pasaba la esponja por el parachoques delantero, acariciándolo-. Tus graciosas reacciones, querido, que conozco tan bien. La forma en que tus frenos tiran un poco hacia la izquierda, el modo en que empiezas a vibrar hacia las 5000 rpm cuando estás excitado. Y quemas gasolina cuando estás furioso conmigo ¿no es verdad? -No había el menor tono de enajenación en su voz; podía tratarse del juego de una chiquilla, aunque de un juego extraño en todo caso, admitía Profane-. Siempre estaremos juntos -pasando una gamuza sobre el capó- y no tienes por qué preocuparte del Buick negro al que hemos adelantado hoy en la carretera. Ag: coche de la Mafia, gordo y pringoso. Estaba esperando ver un cuerpo salir despedido por la puerta trasera, ¿no te pasaba a ti? Además, tú eres tan delicado, tan correctamente inglés, y tan elegante... y tienes tan... tanta clase que no podría abandonarte nunca, querido".
El asunto es que el artículo sobre el Porsche 911 3.6 Carrera no era en absoluto laudatorio. Para ser más exactos se titula 'Por qué odio el Porsche 911'. No tengo dudas que Fearnley debe ser un gran conductor. Todos en el staff de Autocar lo son: en este mundo sólo a Parrado le hace bola el Porsche un acomodador de la Rural.
Lo que hace al artículo interesante es justamente que Fearnley asume que gran parte del odio que le tiene al 911 se debe a que pone de manifiesto sus deficiencias como conductor. Y se pregunta si la gracia de tener un 911 es que idiotas como él no lo pueden manejar correctamente. Sin embargo, Fearnley no es ningún idiota ni necesita tracción en las cuatro ruedas para manejar un deportivo. El problema del 911 -sostiene Fearnley- no es exactamente el conductor, sino el motor trasero: "Para empezar, el motor del 911, como todos sabemos, está en el lugar incorrecto. ¡Todos los años que lo han estado fabricando y nadie lo notó!. Y los ríos de tinta que se han gastado en afirmar que cada nuevo 911 tiene la cola más firme que el modelo anterior. Es tan innecesario. Muevan el motor, amigos. ¿Por qué no? Si ya han cambiado todo lo demás".
Fearnley supone que el placer de tener un 911 es el miedo a hacerse mierda: "Yo también recuerdo esa sensación premonitoria que todos los conductores de un 911 deben (deberían) sentir: esta tiene que ser la curva, la que me va a exigir al límite del pánico. Fiu, no era. Entonces debe ser esta otra. Tampoco. Y así."
"Vamos, Porsche, es tan obvio" -concluye Fearnley, abogando por el cambio-. "Si la identidad entre el 911 y el número de emergencias de los EEUU no les dice lo suficiente, tal vez lo haga vuestro brillante 968 Club Sport".
Ya no hay respeto por la tradición, diría Mishima, y aunque el 968 CS sea precioso, la tradición ha probado ser tremendamente redituable y el dinero que hizo Porsche con el 911 no lo hará con ningún otro modelo en la historia.
Mientras tanto, le hago un ajuste a mis sueños: ¿Cambiaría mi escarabajo de motor trasero por un New Beetle, motor delantero, refrigerado a agua? ¿Extrañaría entonces mis derrapadas en las curvas a 35 kms. por hora? ¿No será hora de blindar las puertas del apartamento?

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Sunday, April 25, 2004

Chupando onda

Henry Miller siempre fue un vividor. Su destino era ser lo que pudiera, para vivir como quería. Como no tenía nada que perder resultó siendo un autor y entre un montón de basura tuvo sus momentos de iluminación. Entre sus mayores virtudes quizá esté el saber a quién chuparle onda y esto se mantuvo hasta el final de sus días. Se aprovechó de todos los que tuvo oportunidad de tratar, lo que no es poco mérito considerando que todo que escribió siempre fue esencialmente distinto a lo que hacía el resto, o por lo menos tuvo un sello propio que lo distinguía y sin lugar a dudas dejó su huella en la rive gauche.
Curiosamente, a pesar de ser una esponja viviente, Miller nunca aprendió a reconocer las distancias culturales y sociales que lo separaban de otros autores. Desde su perspectiva, él era igual a cualquiera y tal vez ese desparpajo haya sido el secreto que le permitió a llegar a ser un autor respetado, cuando todo indicaba que a lo único que podía aspirar era a ser un norteamericano bruto en París al que la "autenticidad" le dispensaba de pedir disculpas cada cinco minutos, de la misma manera que a Artaud lo dispensaba su locura.
Hace poco compré en Tristán Narvaja un libelo de Henry Miller titulado Reflexiones sobre la muerte de Mishima. Si bien estoy acostumbrada a la falta de perspectiva de Miller, estas "reflexiones" me dejaron boquiabierta. Es corriente que un autor comience excusándose. Desde las disculpas de los antólogos por "todo lo que han tenido que dejar fuera" hasta el genial "disculpe mi ignorancia" borgeano, hay una amplia gama de ejemplos de esta práctica. Pero lo de Miller es inaudito, porque a pesar de que parece una disculpa, no lo es en absoluto sino una justificación que, como tal, es ridícula:
"No necesito justificar este escrito ante el público japonés. Estoy lejos de ser un especialista sobre el Japón, ni siquiera lo he visitado, aunque en varias ocasiones he estado a punto de hacerlo. Es cierto que tengo una esposa japonesa y que he recibido a muchos visitantes de dicho país en mi casa. Algunos amigos de mi esposa han vivido, incluso, por largo tiempo con nosotros. También es verdad que cuando encuentro a un hombre o a una mujer de Japón, los acoso con preguntas sobre su gente, sus costumbres, sus problemas. Agréguese a todo esto que soy un devoto de las películas japonesas, dándole prioridad a las buenas con relación a las de otros países. Además, en este momento es mayor mi interés en el Japón y sus costumbres que en cualquier otro país, excepto China. También puedo agregar, humildemente, que el Zen me interesa más que cualquier otra visión o modo de vida."
Pero ese es sólo el comienzo. Las reflexiones de Miller sobre Mishima parten de esta exclamación admirativa al enterarse Miller de su suicidio: "¡qué japonés tan verdadero!".
Es terrible, pero no pude contener las ganas de exclamar, a mi vez: "¡pero que norteamericano tan verdadero!"
Más adelante cuenta la siguiente anécdota:
"Al enterarme de la dramática y horrorosa muerte de Mishima, mi conmoción se redobló por el recuerdo de un extraño incidente que me sucedió hace unos treinta y cinco años en Paris. Lo recordé un día que me encontraba en la recepción de un consultorio médico. Tomé una revista (creo que era Life) en la que había fotos de las cabezas cortadas, sobre el piso, de Mishima y su camarada. En un solo instante me impresionaron dos cosas: la primera fue que las cabezas no estaban recostadas sino paradas sobre sus cuellos; y la segunda que una cabeza guardaba un sorprendente parecido con la mía, la que alguna vez miré sobre el piso, aunque despedazada. Ya sea real o imaginada, la semejanza entre mi cabeza y la de Mishima era aterradora".
El incidente parisino a que se refiere es a una escultura que una joven yugoeslava había hecho de la cabeza de Miller en Villa Seurat. Por accidente HM la tira al piso (¡agitando los brazos en su desesperación por hacerse entender por un estudiante chino!) y su escultural cabeza se parte en dos. Lo curioso es que Miller, sin reparos de ningún tipo y mediante un artilugio, propone la identidad de su cabeza y la de Mishima. Y es interesante notar que primero dice que de las dos cabezas que vio en la foto (la de Mishima y la de Morita) "una cabeza guardaba un sorprendente parecido con la mía" y en la siguiente oración la cabeza es inequívocamente la de Mishima, no la de Morita.
No contento con esto, Miller decide imaginar un encuentro con Mishima y, aunque no lo diga expresamente, es evidente que cree que podría haber cambiado lo que dice admirar en Mishima y que, en el fondo, como buen norteamericano amante de los placeres de la vida, no comprende:
"Yo hubiera pedido champaña y puros -sueño champaña y puros, por supuesto-, aunque no hubiéramos sabido la diferencia. Me habría esforzado por tranquilizarlo, bajarle su guardia y hacerlo reír, de ser posible. Hacerlo reír de corazón. Tan sólo por esto, pienso, nuestro encuentro hubiera sido muy valioso (¿pero cómo lo haría reír?; este pensamiento me atormenta). Sí, lo habría llevado a una conversación fantástica -sobre los ángeles budistas y, además, las sutilezas del lenguaje, los absurdos de la metafísica, el Zen y la literatura europea, el amor en Oriente y Occidente, la fisiología del amor, desde el amor entre insectos, gérmenes y bacilos, átomos y moléculas, el amor celestial, el perverso, el satánico y el fructífero, el amor por lo non nato, el amor duradero y así ad infinitum-. (...) Yo habría sido muy discreto al acosarlo. No le habría preguntado, ni en sueños, cómo le fue en su matrimonio, o si habría deseado encontrar la felicidad con un hombre, una mujer, un chimpancé o un cocotero."
Sobre el final, Miller confiesa no entender el sacrificio de Mishima, aunque sin renunciar a una ofensiva identificación que hubiera horrorizado a ese "japonés tan verdadero":
"Yo soy un delincuente como usted, querido Mishima, al tratar de hacer del mundo un mejor lugar para vivir. Al menos me inicié con ese deseo. De algún modo peculiar, la práctica de la escritura me mostró la futilidad de dicho empeño. Mucho antes de leer las sabias palabras de San Francisco, yo había decidido mirar al mundo con diferentes ojos, aceptarlo como es y contentarme con hacer mi propio mundo. (...) Yo también puedo estar loco, pero de un modod diferente al de mis compatriotas. Ya no me importa ver a mis conciudadanos marchar hacia su propia destrucción, si eso es lo que desean hacer. Es el funeral de ellos, no el mío. He aprendido a vivir con los obstáculos que ponene en mi camino pero, al paso del tiempo, estos son cada vez menos atemorizantes, menos inhibidores. Se aprende a jugar el juego -sin observar las reglas, haciendo trampas-. No existe escuela en la cual aprender este arte, excepto la vida misma. Sólo triunfa la maestría que es aparente. Al final de cuentas a todos nos han jodido, a todos y cada uno de nosotros, tanto a los que lucharon por su patria como a los que no lo hicieron."
Cualquiera que esté medianamente familiarizado con la vida, la obra y la muerte de Mishima, comprenderá que las reflexiones de Miller son un despropósito que ilustra de una manera brutal dos cosmovisiones opuestas. Mishima abrió su estómago 17 cms. por el honor, la tradición y el Emperador. Miller se consideraba suficientemente jodido para preocuparse por nada que no fuera él mismo.
¿Cuál es mejor? Si, debido a un casi inevitable formateo cristiano, consideramos a el sacrificio, el desapego y la defensa de valores supraindividuales como un valor, no hay manera de no abrazar a Mishima. Si aceptamos que la educación, el conocimiento y el respeto a la cultura propia son frenos puestos a la decadencia, pues Mishima. Sin embargo, no puedo menos que recordar a Cioran y su maravillosa 'Genealogía del fanatismo':
"En sí misma, toda idea es neutra o debería serlo; pero el hombre la anima, proyecta en ella sus llamas y sus demencias; impura, transformada en creencia, se inserta en el tiempo, adopta figura de suceso; el paso de la lógica a la epilepsia se ha consumado... Así nacen las ideologías, las doctrinas y las farsas sangrientas.
Idólatras por instinto, convertimos en incondicionados los objetos de nuestros sueños y de nuestros intereses. La historia no es más que un desfile de falsos Absolutos, una sucesión de templos elevados a pretextos, un envilecimiento del espíritu ante lo Improbable. Incluso cuando se aleja de la religión, el hombre permanece sujeto a ella; agotándose en forjar simulacros de dioses, los adopta después febrilmente: su necesidad de ficción, de mitología, triunfa sobre la evidencia y el ridículo. Su capacidad de adorar es responsable de todos sus crímenes: el que ama indebidamente a un dios obliga a los otros a amarlo, en espera de exterminarlos si se rehúsan. No hay intolerancia, intransigencia ideológica o proselitismo que no revelen el fondo bestial del entusiasmo. Que pierda el hombre su facultad de indiferencia: se convierte en asesino virtual; que transforme su idea en dios: las consecuencias son incalculables. No se mata más que en nombre de un dios o de sus sucedáneos: los excesos suscitados por la diosa Razón, por la idea de nación, de clase o de raza son parientes de los de la Inquisición o la Reforma. Las épocas de fervor sobresalen en hazañas sanguinarias: Santa Teresa no podía por menos de ser contemporánea de los autos de fe y Lutero de la matanza de los campesinos. En las crisis místicas, los gemidos de las víctimas son paralelos a los gemidos de éxtasis... Patíbulos, calabozos y mazmorras no prosperan más que a la sombra de una fe, para siempre. El diablo palidece junto a quien dispone de una verdad, de su verdad. Somos injustos con los Nerones o los Tiberios: ellos no inventaron el concepto de herético: no fueron sino soñadores degenerados que se divertían con las matanzas. Los verdaderos criminales son los que establecen una ortodoxia sobre el plano religioso o político, los que distinguen entre el fiel y el cismático.
En cuanto nos rehusamos a admitir el carácter intercambiable de las ideas, la sangre corre... Bajo las resoluciones firmes se yergue un puñal; los ojos llameantes presagian el crímen. Jamás el espíritu dubitativo, aquejado de hamletismo, fue pernicioso: el principio del mal reside en la tensión de la voluntad, en la ineptitud para el quietismo, en la megalomanía prometeica de una raza que revienta de ideal, que estalla bajo sus convicciones y la cual, por haberse complacido en despreciar la duda y la pereza -vicios más nobles que todas sus virtudes-, se ha internado en una vía de perdición, en la historia, en esa mezcla indecente de banalidad y apocalipsis....
Las certezas abundan en ella: suprimidlas y suprimiréis sobre todo sus consecuencias: reconstituiréis el paraíso.
¿Qué es la Caída sino la búsqueda de una verdad y la certeza de haberla encontrado, la pasión por un dogma, el establecimiento de un dogma? De ello resulta el fanatismo -tara capital que da al hombre el gusto por la eficacia, por las profecías y el terror-, lepra lírica que contamina las almas, las somete, las tritura o exalta... No escapan más que los escépticos (o los perezosos y los estetas), porque no proponen nada, porque -verdaderos bienhechores de la humanidad- destruyen los prejuicios y analizan el delirio. Me siento más seguro junto a un Pirron que junto a un San Pablo, por la razón de que una sabiduría de humoradas es más dulce que una santidad desenfrenada. En un espíritu ardiente encontramos la bestia de presa disfrazada: no podríamos defendernos demasiado de las garras de un profeta... En cuanto eleve la voz, sea en nombre del cielo, de la ciudad o de otros pretextos, alejaos de él: sátiro de vuestra soledad, no os perdona el vivir más acá de sus verdades y sus arrebatos; quiere haceros compartir su historia, su bien, imponérosla y desfiguraros. Un ser poseído por una creencia y que no buscase comunicársela a otros es un fenómeno extraño en la tierra, donde la obsesión de la salvación vuelve la vida irrespirable. Mirad en torno a vosotros: por todas partes larvas que predican; cada institución traduce una misión; los ayuntamientos tienen su absoluto como los templos; la administración con sus reglamentos -metafísica para uso de monos-. Todos se esfuerzan por remediar la vida de todos: aspiran a ello hasta los mendigos, incluso los incurables: las aceras del mundo y los hospitales rebosan de reformadores. El ansia de llegar a ser fuente de sucesos actúa sobre cada uno como un desorden mental o una maldición elegida. La sociedad es un infierno de salvadores. Lo que buscaba Diógenes con su linterna era un indiferente...
Me basta escuchar a alguien hablar sinceramente de ideal, de porvenir, de filosofía, escucharle decir "nosotros" con una inflexión de seguridad, invocar a "los otros" y sentirse su intérprete, para que le considere mi enemigo. Veo en él un tirano fallido, casi un verdugo, tan odioso como los tiranos y los verdugos de gran clase. Es que toda fe ejerce una forma de terror, tanto más temible cuanto que los "puros" son sus agentes. Se sospecha de los ladinos, de los bribones, de los tramposos; sin embargo, no sabríamos imputarles ninguna de las grandes convulsiones de la histori; no creyendo en nada, no hurgan vuestros corazones, ni vuestros pensamientos más íntimos; os abandonan a vuestra molicie, a vuestra desesperación o a vuestra inutilidad; la humanidad les debe los pocos momentos de prosperidad que ha conocido; son ellos los que salvan a los pueblos que los fanáticos torturan y los "idealistas" arruinan. Sin doctrinas, no tienen más que caprichos e intereses, vicios acomodaticios, mil veces más soportables que esl despotismo de los principios; porque todos los males de la vida vienen de una "concepción de la vida". Un hombre político cumplido debería profundizar en los sofistas antiguos y tomar lecciones de canto; y de corrupción...
El fanático es incorruptible: si mata por una idea puede igualmente hacerse matar por ella; en los dos casos, tirano y mártir, es un monstruo. No hay seres más peligrosos que los que han sufrido por una creencia: los grandes perseguidores se reclutan entre los mártires a los que no se ha cortado la cabeza. Lejos de disminuir su apetito de poder, el sufrimiento lo exaspera: por eso el espíritu se siente más a gusto en la sociedad de un fanfarrón que en la de un mártir; y nada le repugna tanto como ese espectáculo donde se muere por una idea... Harto de lo sublime y de carnicerías, sueña con un aburrimiento provinciano a escala universal, con una Historia cuyo estancamiento sería tal que la duda se dibujaría como un acontecimiento y la esperanza como una calamidad..."

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Friday, April 23, 2004

Un pesito para Wynants

A estas alturas es demasiado obvio que el Estado uruguayo ahorra notablemente gracias a la solidaridad de los ciudadanos. 0.50 para el Clínicas, $ 1 para el cuartelillo de bomberos, miles y miles de pesos entregados voluntariamente (y a veces no tanto) a mendigos, cantores, limpiavidrios, malabaristas et al.
Ahora yerba Armiño dona $1 por kilo de yerba para que Wynants entrene para las Olimpiadas de Atenas y si bien este dinero no sale directamente del bolsillo de la gente, la manera de plantear el sponsoreo de Armiño a Wynants está en la línea de "ayude a los necesitados". El pobre de Wynants pasó a ser un héroe nacional cuando ganó una medalla en Sydney, aunque después el Comité Olímpico se olvidó de anotarlo en los Panamericanos, al poco tiempo fue atropellado por un camión mientras entrenaba en la ruta y ahora hace propaganda para una yerba para poder entrenar.
Después de ganar la medalla de plata para Uruguay, Batlle le entregó a Wynants la orden al mérito deportivo y declaró "Este magnífico logro conseguido por Wynants ratifica que Uruguay tiene el material humano como para destacarse en el deporte a nivel internacional, pero es necesario trabajar con tiempo, mucha dedicación y con el respaldo técnico y económico necesario".
En vistas de la campaña "un peso para Wynants" esto no parece haber sucedido y si Armiño no vende lo suficiente tal vez lo veamos limpiado vidrios desde su bicicleta a autos en marcha por $2. Tal vez a eso es lo que Batlle se refería con "dedicación".
Para terminar leo en la resolución presidencial la nómina de "destacados deportistas" que habían recibido la Orden al Mérito Deportivo antes de Wynants: el Sr. Rafael Cortés Elvira (Presidente del Consejo Superior de España), Sr. Wo Shao Su (Ministro de Deportes de China), Sr. Pedro Martín Marín (Presidente del- Consejo Superior de España), Arq. Hugo Porta (Secretario de Deportes de la Nación Argentina), Sr. Gustavo Trelles (Bicampeón Mundial de Rally), y el Sr. Julio Riutort (Director General de Deportes de Chile). Trelles se debía sentir muy solo...


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Wednesday, April 21, 2004

Jefes que no concursan

Después que escribí lo anterior sobre la falta de ambición y el conformarse con poco, escucho en el noticiero que muchos de los 300 jefes de la IMM se negaron a concursar porque consideraban que lesionaba su carrera, que suponen debe ser ascendente por asuntos como la antigüedad o la jubilación de sus superiores y no por méritos propios. Estos jefes que ya no lo serán conservarán su mismo salario, pero dejarán su categoría de jefes, siendo sustituídos por quienes hayan ganado el concurso. Un ejemplo de a lo que me refería en mi anterior post.

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Tuesday, April 20, 2004

Coolio

Un buen día uno se aburre, pasea por todos los blogs de rutina, no comenta nada porque todos hablan de cosas raras y entonces va y decide aumentar la basura cibergaláctica haciendo su propio blog. Es tan fácil que da pena.
El primer problema es el nombre. El de éste es bastante feo pero quería algo autóctono y Guyunusa me impresiona. Me suena a hipertrofia de la yugular.
Cuando uno tiene que nombrar trata de mostrar buen gusto, o adecuarse al buen gusto de la época. Así, las niñas de hoy son Julietas y Agustinas, los niños Lorenzos, Patricios o Exequieles. ¿Quién se anima a ponerle Graciela a su preciosa hijita? ¿Mónica, anybody? OK, siempre fue igual, pero ya que tenía que poner un nombre al blog no quería optar por un nombre en inglés, que por lo general suenan bien. Meat Puppets es aceptable pero ¿Marionetas de Carne?
Hace poco leí una entrevista a Daniel Hendler en Qué pasa. Hendler parecía un poco avergonzado por el tenor de las preguntas y ya a la segunda pregunta hizo uso del comodín y dijo "paso". Yo comía empanadas en un local llamado Reyenitas, y reflexionaba sobre la corona que le habían dibujado sobre el nombre. Muy listo: REYenitas.
No recuerdo textualmente las preguntas a Hendler, pero tenían que ver fundamentalmente con el Uruguay y supongo que ese era el factor de incomodidad. Extrañamente, Hendler identificaba como uno de los problemas nuestros la falta de identidad. Digo "extrañamente" porque parecía incómodo porque las preguntas se referían casi exclusivamente a Uruguay. Tal vez él no se excluía del problema, lo que me parece bien. Sin embargo, un par de preguntas más abajo le preguntaban sobre lo que más le avergonzaba del Uruguay. Respuesta: la casaca celeste con el cordoncito que remite a la del ’50. ¿En qué quedamos? Hay que reconocer que la AUF ha sido delicada: podrían haber puesto un zarpazo de indio en la pechera. Tal vez a Hendler lo avergüence que el cordoncito de marras en el fondo no signifique nada para nadie, porque por más cordoncito que le metan a la casaca, si al jugador no lo remite a una fuerza anterior, de nada sirve. ¿Cómo se hace para imponerle identidad colectiva a individuos con nula ambición colectiva?
Uruguay no cultiva su identidad por pereza y por individualismo. No existe pueblo menos ambicioso en lo colectivo. O mejor, no existe pueblo en el que sea más claro que la ambición es individual. Y casi toda ambición individual es mezquina, salvo que se trate de una actividad que se desarrolla en soledad. Sin embargo, la ambición individual tampoco es demasiado ambiciosa. De lo contrario los uruguayos seríamos todos emprendedores, todos dueños de imperios unipersonales. La ambición individual del uruguayo es la mínima posible para darnos la ilusión de que estamos obteniendo un provecho personal. Es una ambición chiquita. Una ambición sin tomar ningún riesgo innecesario. De esa forma se sustituyen las grandes metas colectivas por las pequeñas metas individuales. La mayoría de los uruguayos nos conformamos con muy poco. Ese puede ser nuestro único rasgo de identidad colectiva. Necesitar poco para ser feliz suena perfecto, ser humildes es nuestro mayor orgullo: un pueblo de ascetas. Pero los uruguayos no somos felices con poco. Nos conformamos con poco, que no es lo mismo.
Una tradición hay que cultivarla y basta mirar los campos de la patria para darse cuenta que el cultivo no es precisamente la afición de los uruguayos. ¿Para que, si despues viene la sequía? ¿Para que si despues viene la helada? ¿Y las inundaciones, que vienen despues de la sequía y de la helada? Hasta en Israel, que es un desierto crecen mas naranjas que en Uruguay.... Ah, pero me voy por las ramas de los casi inexistentes naranjales. Estaba hablando del nombre del blog y su justificación....
El simpático "no vale ventar" remite a aquellos partidos de la infancia en que estaba implícito que no se permitirían abusos de poder. Patear fuerte estaba expresamente prohibido. Pero ¿ventar o bentar? Indudablemente suena "bentar", pero supongo que lo correcto es ventar, es decir que la pelota sea propulsada como una ráfaga de viento o algo parecido. Lo mismo pasa con el bo. Suena bo, todos dicen bo, pero es un vos atorrante. La realidad es que el único Bo que tuvo algo que ver con Uruguay fue Bo Jackson, aquel horrible basquetbolista de Peñarol cuyos movimientos eran la antítesis de la elasticidad y la gracia, la negación de la existencia de la NBA. Parecía que tenía tétanos. Joe Mac Call era una especie de Seregni negro. Blanc era jorobado y Wenzel viejo. Que nostalgia, amiguitos. Campeones del '82. Está bien, este blog no será de basquetball.
Me había olvidado que este post inaugural se llama Coolio. Y es otra de las cosas que había olvidado del pasado. Como la TV abierta uruguaya se especializa en resucitar cadáveres cada vez menos ilustres veo, con sorpresa, que Coolio es la estrella de la película cuyo nombre es Ataque submarino. Así que, lamentablemente, el origen de este blog es el aburrimiento espantoso provocado por el comienzo de la película de Coolio. Sería bueno que alguien se ocupara de borrar todos los blogs que empiezan como éste y con severas amenazas de no continuar nunca. Sanidad del Ciberespacio.
Pero para que vean que todavía hay esperanzas, mientras me entretenía aprendiendo a usar blogger a Coolio lo mataron de un balazo en la nuca. Hay justicia en este mundo.



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