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Monday, August 16, 2004

Ghetta is back

Es increíble lo sencilla y larga que es la vida real: se reduce a levantarse, trabajar y acostarse, sin parar nunca ni desviarse de ese ciclo único. Luego de dos semanas de obligada eficiencia, ya ni siquiera pesa, puesto que no hay opción. Incluso uno termina haciendo las cosas menos urgentes, aquellas que pasaban horas, días o semanas sin ser resueltas. Los platos son lavados inmediatamente después de terminar de comer, reina un orden inusual en la casa e incluso uno llega a trabajar más temprano, aceptando todo lo que pase sin pestañear, sin que ningún contratiempo sea capaz de movernos un ápice hacia la ira o la desesperación. No es del todo mala la vida real, salvo que después uno mata, roba o engaña con la misma desaprensión. Una tarea más.

Si habrá sido eficiente mi vida en estas últimas dos semanas que, aún en pleno atareamiento, he llamado a la oficina del censo, pues no había manera de que alguien me hallara en mi casa. No llamé una vez, sino docenas de veces, con un celo por la estadística digno de Constanza Moreira. Nunca atendían o estaba ocupado por horas. Pero ésta, al igual que el resto de mis tareas asignadas, fue cumplida tras mantener uno de los diálogos más extraños de mi vida:

- ¿Nombres de pila y edades de los habitantes de la casa?
- Remo, 38, Ghetta, 36
- ¿Comparten los alimentos?
- ¿Perdón?
- Si comparten los alimentos.
- Supongo que sí.

Todavía estoy pensando si no habré entendido mal. Tal vez se trate de que, para los nuevos estadísticos, lo que hace a un núcleo familiar sea comer de la misma batea. Sin embargo, me imaginé a un montón de encuestadores pasándolas canutas en los asentamientos haciendo esta extrañísima pregunta.

Esto del alimento de los pobres me hizo acordar a Angelito, un ocasional compañero de trabajo de mi padre. Cuando no había trabajo, Angelito vendía banderitas de nylon en el estadio. Hincha fanático de Nacional lo encontrábamos a veces cuando íbamos al Estadio, voceando resignado las banderitas de Peñarol, con gorrito aurinegro, cuando la suerte del campeonato se inclinaba hacia el odiado cuadro. "Sólo el hambre....", nos decía, apretando los dientes.
Pues bien, en una extraña ocasión en que Angelito tuvo trabajo fijo por varios meses, estuvo semanas acosando a sus compañeros con la frase "¡Que ganas de comer hamburguesas con cebolla!" Día tras día Angelito soñaba con las hamburguesas con cebolla del bar de la esquina. Hasta que mi padre, ya harto, un mediodía lo alentó a cumplir su sueño, a ver si se libraban del mantra.
Angelito llegó al bar y preguntó: "¿Cuánto salen las hamburguesas con cebolla?". Pues, veinticinco pesos. "¿Y sin cebolla? -repreguntó. "Veintidós". Je, je, je.

Ustedes dirán que nada de lo anterior tiene que ver con lo que viene. Sucede que la lectura de "The Onion", me hizo acordar de todo lo anterior (sobre la eficiencia, el hambre y la cebolla) y ahí va un artículo, aparecido en el increíblemente gracioso libro llamado "Our Dumb Century - 100 Years of Headlines from America's Finest News Source." (gracias Lorenza).
"Our Dumb Century" consiste en las portadasde The Onion si éste hubiese existido durante la totalidad del Siglo XX. Y me ha hecho reír lo indecible.

Reproduzco aquí, un artículo inspirado en lo que se ha llamado "la tragedia de los Andes" (y disculpen la pereza en no reformular esta denominación, pero es que estoy saliendo de mi yo eficiente). Lo traduzco, salvo la letra de la canción, pues es conocida por todo el mundo. No es ni cerca el artículo más gracioso del libro (prefiero el titulado "Etiopía, acosada por el hambre, hace un desesperado llamado de ayuda a U2" o el tremendo "Una maestra, un gatito y tres docenas de huérfanos despegarán mañana en el Challenger"). La elección del artículo sobre Gaynor se debe a que "The Onion" publica sus artículos de humor negrísimo sobre tragedias muy cercanas. Así que, sumándome a su espíritu (y al de 'El asado de Parrado'), coloco esto aquí, canturreando Ñam, ñam, ñam:

GLORIA GAYNOR, LA DIVA DEL DISCO, SOBREVIVE CATÁSTROFE AÉREA EN LOS ANDES COMIENDO JUGADORES DE RUGBY.

ORURO, BOLIVIA - La superestrella de la música disco, Gloria Gaynor, fue hallada viva por las cuadrillas de rescate el pasado domingo, siendo la única sobreviviente en el accidente de la selección de rugby boliviana, cuyo avión se desplomó hace tres meses.
Gaynor, que el 19 de agosto viajaba a Chile con la selección de rugby para cantar el himno boliviano en un partido, estuvo atrapada por casi 100 días en una remota sección de los Andes luego que el avión chocó.
La cantante declaró que había sobrevivido comiéndose a los atletas.
"At first I was afraid, I was petrified", dijo Gaynor, quién perdió más de 40 libras durante la odisea. "I thought that I could never live stranded on that mountainside. I stayed up many nights, just feeling sorry for myself. But, once I overcame my aversion to eating other human beings, I grew strong and I learned how to get along".
Gaynor dijo que se resistió al canibalismo durante las primeras dos semanas en las montañas. Pero cuando se le terminó cualquier otra fuente de alimentos y se dio cuenta que era su única chance de sobrevivir, finalmente cedió.
"I said I will survive", dijo Gaynor. "I will survive".

Ya lo saben: sean eficientes, compartan los alimentos y lean "The Onion". You'll get a life.


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