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Thursday, April 29, 2004

Haciendo la calle

Desde que las encuestas muestran que la preferencia del voto de los blancos es por Larrañaga (51% contra 40% de Lacalle, según CIFRA), el ex presidente de todos los uruguayos en aquella etapa de bonanza neoliberal alucinatoria que fueron los primeros ‘90s, ha salido al ruedo a negociar.
No hay dudas que Lacalle es de piedra. Con la misma cara de ganador de siempre, ha salido a proponer un "trueque" a los frentistas. La política es así.
Lacalle cuenta con el antecedente de los votos frentistas en la interna colorada que volcó la preferencia hacia Batlle, con tal de librarse de un eventual nuevo gobierno del Foro. El voto frentista para Batlle se basó en una mezcla zancadilla vengativa al Foro Batllista y al cálculo de que en un casi inevitable ballotage, un blanco como hueso de bagüal se cortaría una mano antes de votar a un Batlle.
Como están las cosas, a los frentistas se les vuelve a presentar una situación similar: la posibilidad de incidir en la interna de los partidos tradicionales.
El cálculo ahora es que, siendo los contendientes Vázquez, Lacalle y Stirling, es más probable que un simpatizante de Larrañaga opte por Vázquez en lugar de por Lacalle que lo contrario. El escenario ideal de la izquierda es dos bloques netamente diferenciados: progres versus los de siempre. Larrañaga complica la posibilidad de la izquierda de ganar en la primera vuelta y en vistas que el EP baja en las encuestas y el PN sube, más vale empezar a calcular qué conviene.
Contrariamente a lo expresado desde siempre desde la izquierda, que recomienda a sus votantes no incidir en la interna de otros partidos, Lacalle, muy a su estilo, ha salido a la ofensiva. Le ha recordado a todos que el voto es secreto. Que no hay que estar afiliado para votar. Y que no tiene ningún inconveniente que en la interna de los blancos vote cualquiera, siempre que lo voten a él. Voten a Lacalle que nadie se enterará.
¿Pero que pasa con los colorados? Con una interna definida, los foristas podrían devolverle el favor al Frente y votar por Larrañaga. De última, a los colorados también los favorece un escenario de bloques bien definidos y perdido por perdido es mejor un blanco de presidente y mayor representación parlamentaria captando todos los votos conservadores.
El ascenso de Larrañaga prueba dos cosas: que los partidos tradicionales necesitan urgentemente un recambio, porque votantes potenciales no les faltan. Si hay alguien en esta tierra capaz de votar a Larrañaga el fake gaucho, es porque hay gente que quiere permanecer en los partidos tradicionales, con la condición de que se maquillen un poco. Y la segunda es que el anquilosamiento del Partido Colorado es tan grave que deben estar arrepintiéndose de haber perdido a Manolito, el fake guerrillero. Es que antes del 11-S apostaban por el turco Abdala...

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