<$BlogRSDURL$>

Monday, April 26, 2004

Isn’t it iconic?

Hay diversas maneras de medir el éxito o el fracaso que uno ha tenido en la vida. En cuanto me mudé a un apartamento con un largo pasillo compartido por otros siete, pensé que el fracaso se medía en los metros que, de tu puerta, puede transitar tu enemigo sin que tengas derecho a sacarlo pitando. No es que yo sea particularmente enemiga de mis vecinos, pero sin duda hay más posibilidades de que llegue a serlo, que del que vive a 200 mts. de mi casa. Representan una amenaza más real, abriendo y cerrando sus puertas sin avisar, caminando a unos escasos centímetros de mi cabeza que trata de dormir, riendo o susurrando cosas que imagino siniestras. Cuando los oigo pasar, pienso invariablemente en dinero. Y, a pesar de que no todo es dinero en esta vida, de todas maneras sigo pensando que el fracaso se mide en metros: los que separan a tus sueños de la realidad.
Ayer estaba leyendo una revista de autos y vi un artículo sobre el auto de mis sueños. Nada demasiado sofisticado: un Porsche 911. Siendo el auto de mis sueños un Porsche 911, el de la realidad es un VW escarabajo. Loser.
OK, no sé nada de autos, pero cuando veo un Porsche siempre me acuerdo de V. de Thomas Pynchon y el amor que siente Rachel por su MG. Es memorable el pasaje en que Profane la encuentra lavando y hablándole a su auto:
"Tú, mi bello semental -le oyó decir-, me gusta tocarte. (...) ¿Sabes lo que siento cuando estamos en la carretera solos los dos? -pasaba la esponja por el parachoques delantero, acariciándolo-. Tus graciosas reacciones, querido, que conozco tan bien. La forma en que tus frenos tiran un poco hacia la izquierda, el modo en que empiezas a vibrar hacia las 5000 rpm cuando estás excitado. Y quemas gasolina cuando estás furioso conmigo ¿no es verdad? -No había el menor tono de enajenación en su voz; podía tratarse del juego de una chiquilla, aunque de un juego extraño en todo caso, admitía Profane-. Siempre estaremos juntos -pasando una gamuza sobre el capó- y no tienes por qué preocuparte del Buick negro al que hemos adelantado hoy en la carretera. Ag: coche de la Mafia, gordo y pringoso. Estaba esperando ver un cuerpo salir despedido por la puerta trasera, ¿no te pasaba a ti? Además, tú eres tan delicado, tan correctamente inglés, y tan elegante... y tienes tan... tanta clase que no podría abandonarte nunca, querido".
El asunto es que el artículo sobre el Porsche 911 3.6 Carrera no era en absoluto laudatorio. Para ser más exactos se titula 'Por qué odio el Porsche 911'. No tengo dudas que Fearnley debe ser un gran conductor. Todos en el staff de Autocar lo son: en este mundo sólo a Parrado le hace bola el Porsche un acomodador de la Rural.
Lo que hace al artículo interesante es justamente que Fearnley asume que gran parte del odio que le tiene al 911 se debe a que pone de manifiesto sus deficiencias como conductor. Y se pregunta si la gracia de tener un 911 es que idiotas como él no lo pueden manejar correctamente. Sin embargo, Fearnley no es ningún idiota ni necesita tracción en las cuatro ruedas para manejar un deportivo. El problema del 911 -sostiene Fearnley- no es exactamente el conductor, sino el motor trasero: "Para empezar, el motor del 911, como todos sabemos, está en el lugar incorrecto. ¡Todos los años que lo han estado fabricando y nadie lo notó!. Y los ríos de tinta que se han gastado en afirmar que cada nuevo 911 tiene la cola más firme que el modelo anterior. Es tan innecesario. Muevan el motor, amigos. ¿Por qué no? Si ya han cambiado todo lo demás".
Fearnley supone que el placer de tener un 911 es el miedo a hacerse mierda: "Yo también recuerdo esa sensación premonitoria que todos los conductores de un 911 deben (deberían) sentir: esta tiene que ser la curva, la que me va a exigir al límite del pánico. Fiu, no era. Entonces debe ser esta otra. Tampoco. Y así."
"Vamos, Porsche, es tan obvio" -concluye Fearnley, abogando por el cambio-. "Si la identidad entre el 911 y el número de emergencias de los EEUU no les dice lo suficiente, tal vez lo haga vuestro brillante 968 Club Sport".
Ya no hay respeto por la tradición, diría Mishima, y aunque el 968 CS sea precioso, la tradición ha probado ser tremendamente redituable y el dinero que hizo Porsche con el 911 no lo hará con ningún otro modelo en la historia.
Mientras tanto, le hago un ajuste a mis sueños: ¿Cambiaría mi escarabajo de motor trasero por un New Beetle, motor delantero, refrigerado a agua? ¿Extrañaría entonces mis derrapadas en las curvas a 35 kms. por hora? ¿No será hora de blindar las puertas del apartamento?

|
Comments: Post a Comment

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com