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Thursday, October 20, 2005

La cultura y el pueblo

Hace unos cuantos días recibimos en Cinemateca un mail que listaba el día y la hora de las reuniones por áreas en ese plan que el gobierno frenteamplista denominó la Asamblea de la Cultura. Solo le eché un vistazo, pero ese golpe de vista fue suficiente para ver dos cosas: que el primer área a exponer sus inquietudes era "CARNAVAL" (con lo que deseché inmediatamente el orden alfabético de la agenda, ya que después venía AUDIOVISUAL o ARTES PLASTICAS) y la ausencia total de un área LETRAS.

Luego, un viejo número de Cinemateca Revista emergió de los estantes de la Biblioteca y súbitamente se volvió actual. Es el número de Setiembre de 1981, que contiene un artículo sobre la muerte del cineasta brasileño Gláuber Rocha. Un recuadro titulado "El populismo sólo comunica analfabetismo", cita las palabras de Gláuber en 1968, referidas al cine y a Brasil, pero uh...

El Cinema Novo, rechazando el cine de imitación y eligiendo otra forma de expresión, ha rechazado también el camino más fácil de este otro lenguaje típico del llamado arte nacionalista, el 'populismo', reflejo de una actitud política típicamente nuestra. Como el caudillo, el artista se siente padre del pueblo: la palabra de orden es 'hablar con simpleza para que el pueblo entienda'.
A mi entender, es una falta de respeto hacia el público, con todo lo subdesarrollado que éste pueda ser, 'crear cosas simples para un pueblo simple'. El pueblo no es simple. Aún estando enfermo, hambriento y analfabeto, el pueblo es complejo. El artista paternalista idealiza los tipos populares como sujetos fantásticos que aun en la miseria poseen su filosofía, y pobrecitos, tienen sólo la necesidad de formarse un poco de 'conciencia política', a fin de que puedan de un día al otro invertir el proceso histórico.
El primitivismo de este concepto es todavía más nocivo que el arte de imitación, porque el arte de imitación tiene por lo menos la valentía de saberse tal y justifica la 'industria del gusto artístico' con objetivos de lucro.
El arte populista, en cambio, trata de justificar su primitivismo con una 'buena conciencia'. El artista populista afirma siempre: 'no soy un intelectual, estoy con el pueblo, mi arte es bello porque comunica', etc. Pero ¿qué comunica? Comunica en general las alienaciones mismas del pueblo. Comunica al pueblo su mismo analfabetismo, su misma vulgaridad, nacida de una miseria que lo lleva a considerar la vida con desprecio.


Pero como todos saben, Gláuber estaba COMPLETAMENTE LOCO. Murió a los 42 años y muchas necrológicas dijeron que había "muerto de Brasil". "Fue asesinado por la mediocridad brasileña, por la falta de visión, por la falta de grandeza de este país", (Arnaldo Jabor). "Siento que era demasiado bueno para un país que no lo aprovechó; los brasileños deben tener consciencia de esta tragedia, la más grave en el plano cultural: murió porque no consiguió convivir con la miseria del mundo y del país" (Cacá Diegues). "Gláuber somatizó al Brasil, y murió de un cuadro clínico semejante a la enfermedad brasileña" (Ana Ma. Magalhaes).

Por suerte en Uruguay ya no queda nadie a quien poder asesinar. O tal vez sí.

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