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Sunday, October 09, 2005

Brand New Borges

Hasta hoy pensaba que había leído más o menos todo lo que Borges solía contestar en sus entrevistas. Pero hojeando una vieja revista de 1991, publicada en ocasión del 15º aniversario del español Diario 16 y en la que se reproducen los mejores artículos de su suplemento 'Culturas' (y mientras noto que el diseño de El País Cultural es sospechosamente parecido al de Culturas y que su nombre es exactamente el mismo que el del fenecido suplemento de El Observador), encuentro una entrevista a Jorge Luis Borges publicada en 1985. La entrevista es más o menos la de siempre, hasta que llego a estas dos preguntas, que me sorprenden lo suficiente como para reproducirlas aquí:

-Usted parece ser hostil a toda intervención protectora del Estado en las artes.

Es que yo he recibido tantos premios oficiales... Bueno, no sé hasta dónde puede admitirse una intervención estatal. Ahora mismo, en Buenos Aires, hay innumerables publicaciones pornográficas, las revistas aparecen con fotografía del culo de tal o cual actriz y con el nombre de ella abajo. Y eso se vende. Al mismo tiempo, uno piensa: "Bueno, ¿qué mejor que eso se gaste? La gente se cansará". No impide que resulte chocante que los que están ocupando puestos importantes en Buenos Aires se dediquen a eso. Por ejemplo, hay un señor llamado Pacho O'Donell. Si se hizo firmar Pacho ya es un poco sospechoso ¿no? Dice: "Los indios, nuestros antepasados..." ¿Pero cómo? Si yo me llamo O'Donell, mis antepasados serán druidas, pero no indios. Pues ese señor es autor de un libro que se llama "La seducción de la hija del portero". Y quiero contarle que la seducción está a cargo de... una lesbiana, de modo que el contenido todavía es más grave que el título. Y otro señor, Gorostiza, tiene una pieza de teatro que es la apología de nuestro rufián. Nuestra cultura, pues, está en manos de esas personas tan radicales.

-Tradujo usted a Henri Michaux. Como a él ¿le han tentado otras drogas?

Fracasé con la cocaína y con la marihuana. Hice varios experimentos sinceros, cinco o seis. Y con la cocaína, sí, me sentía gárrulo, pero muy nervioso. Con la marihuana, en cambio, no sentí absolutamente nada. Ahora, yo estuve a punto de ser borracho. Todos los sábados salíamos Francisco Luis Bernárdez y yo a recorrer los arrabales de Buenos Aires. Entonces, como no había mucho que ver, entrábamos a los almacenes, pedíamos así, para ser criollos, una caña brasilera, un guindado oriental o lo que fuera. Eso duró algún tiempo. Hasta que un día estaba en una reunión y alguien, quizás un ángel, dijo: "Lástima que Borges sea borracho". No sé quién dijo eso, pues yo no me di la vuelta, pero dejé el alcohol en ese instante. ¿Por qué? Porque pensé que, aunque eso no era cierto, podría llegar a serlo en cualquier momento. Desde entonces no he probado el vino. Sólo un poquito de champagne, en alguna fiesta de fin de año, para no quedar como una persona hosca que se niega a la alegría ajena. Fíjese, Oscar Wilde decía que la única intoxicación es la conversación; pero él murió borracho.

Yo sé que en España la palabra "culo" es de lo más normal, pero me resultó extrañísima en el marco de esta entrevista, por no imaginar lo raro que debe ser decir: "Borges, no duermas el porro que se apaga".
Lo que no entiendo es cómo podía Borges ver el culo de las actrices en las revistas estando casi ciego. Lo que me lleva a suponer el siguiente diálogo:

-Dígame María, ¿qué publican hoy día las revistas en sus tapas?
-Culos de actrices, Borges. Con su correspondiente crédito justo debajo.

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