<$BlogRSDURL$>

Monday, November 01, 2004

Resaca con susto

Ya lo había anunciado: iría a trabajar, pero a hora incierta. Muchos pensarán que el lugar donde trabajo es el más proclive a un festejo de este tipo, pero no lo es. Es un lugar donde la alegría tiene poco espacio: siempre hay demasiado trabajo. Ya sabía yo que en cuanto entrara allí se terminaría toda euforia y nos limitaríamos a preguntarnos mutuamente como estábamos, si habíamos festejado o no y a tratar de hojear brevemente algún diario, sin poder leer más que los titulares. Así sería pero yo canté hace una semana: el lunes llego cuando pueda.

Me desperté con el noticiero. El de la tele, a mediodía. No escuché nada, pero Remo me despertó con cara de susto: no ganamos. ¿Qué pasó desde que me desmayé anoche? Traté de entender lo que pasaba. Faltaban 700 votos para que la corte pudiera anunciar oficialmente que el nuevo presidente era Tabaré. No podía ser.

Era tan tarde que salí volando al trabajo. Todavía no entendía bien como era la cosa. Mis compañeros trataban de explicarme que era imposible que no ganara el EP, pero yo demoré en entender que el porcentaje del 49.97% que daba la corte era sobre el total de votos emitidos, esto es, que el 100% incluía los 32 mil observados que todavía no habían sido escrutados. Mi confusión, más bien mi pánico, persistió y fue transmitida incluso al pobre sigmur, que tuvo la mala suerte de llamar por teléfono en ese momento. Lo atribulé por un momento y me fui a escuchar El Espectador.

Al fin se aclaró el panorama y me tranquilicé pensando que si no hay 700 votos del EP en 32.000, se arma una revolución. Los habrá, seguro, pero carajo, cuánto sufrimiento. Es como un partido de Uruguay, el gol en el último minuto y matemáticamente tenemos chance.

Es así: de la suprema alegría al extremo malhumor en un segundo. Me voy a pasmar, como un boniato, por el cambio repentino de un estado de ánimo a otro. Paso de la euforia al temor y de nuevo a la euforia.

En las próximas horas espero que se me pase esta ansiedad. Espero poder dejar de mirar los informativos encadenados, escuchar la radio con audífono al mismo tiempo y buscar noticias en la prensa del mundo por internet. Quiero pensar en otra cosa. Ya sé: ganamos. Pero hasta que el hijo de perra de Urruti o como se llame, ese que cuando se va a tomar el ascensor en la Corte Electoral obliga a todos a bajarse (tendrá miedo que lo achuren ahí dentro) diga con todas las letras que ganó el EP, no dormiré del todo tranquila.

Y sin embargo, sigo festejando. A mis amigos los perdí ayer en las inmediaciones de 18 y Ejido. Por lo que sé algunos ya volvieron a sus casas. Otros se durmieron a la intemperie. Y a alguna de mis amigas, habitualmente remisas al sonido tamborilesco, las he visto alejarse danzando al son de la batucada. Qué mal que bailamos los de la gen '67.

Por mi parte, debo haber batido algún récord de apertura de botellas de cerveza encendedor mediante. Y he vuelto a experimentar el efecto diurético olvidado de tal bebida poco frecuentada y en circunstancias nada propicias. Las inmediaciones de 18 se transformaron en un inmenso baño público. Yo, me comporté como una señorita, invocando la resistencia.

Estos festejos también me han deparado alegrías y tristezas directamente relacionadas a personas que conozco. Las tristezas vienen de gente que, coincidentemente, tienen todos entre 45 y 50 años: más de uno me ha comentado su extrañeza de la base popular frentista. Les resultó raro mezclarse con tanto pueblo. Y a mi me ha extrañado tal extrañeza. Es como si ya se hubieran puesto a pensar si lo Amplio del Frente Amplio, no significará que están aunque sea un poco equivocados. Ah, sí, la base popular se ha ampliado ¿no es eso lo que queríamos? Quiero creer que cada votante del EP, desde el feliz propietario de la 4x4 de U$S 40.000 que gritaba enfervorizado hasta el intelectual de clase media que se sorprende al festejar rodeado de gente en la que no se reconoce, están convencidos de lo que han votado.

Las alegrías vienen de los iguales, de los más jóvenes y de los mucho más viejos. La de los iguales es la alegría más inmensa. Al fin llegamos y, uh, será de nuestra generación la responsabilidad del recambio, de vivir relativamente jóvenes esta nueva dirección y seguir o cambiar su impulso. Tal vez fracasemos, pero el Partido Colorado será refundado gracias a la izquierda y capaz que dentro de 25 años hacen un buen gobierno.

Me he alegrado de la alegría de los más jóvenes, porque es imposible de transmitir el entusiasmo si no se vive. A mi me tocó el entusiasmo de zafar de la dictadura y bueno, aquí tienen el vuestro propio, de primera mano. Y me he alegrado de oir y leer que viejas canciones y consignas recobraron su significado, que la alegría puede todavía ser política.

Por otra parte, la alegría que viene de los más viejos, es a la vez conmovedora y ridícula, porque es nominal. Es la de ese cartel que anduvo por ahí: "Gracias, mamá, por cambiar". Qué país más hijo de puta, este. Solo cuando la izquierda logró parecerse al Partido Colorado histórico, gana. Les robamos la camiseta.

La revolución de hoy, como la de antes, es parecernos un poco más al modelo de la vieja Europa. En educación, distribución de la riqueza, salud, seguridad social, proporcional a nuestros recursos. Un Estado más justo. Tendremos que lograrlo con dos pesos y contra todos los pronósticos. No es el modelo asiático de desarrollo, tampoco el modelo cubano o venezolano. Europa o nada, es la consigna uruguaya.

Yo sigo festejando. Sola y en silencio. Brindo y brindo y ya me estoy preguntando si todo esto no será una buena excusa para beber y fumar desmesuradamente y no irme nunca a dormir (son las 4 y mañana soy una de las 1000 uruguayas/os que mañana trabaja y que se jodan los muertos). Pero acabo de recordar que mañana y pasado me olvidaré de Uruguay y miraré las otras reñidas elecciones. Ojalá sea una nueva excusa para seguir festejando.
¡Salud!



|
Comments: Post a Comment

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com