<$BlogRSDURL$>

Monday, November 22, 2004

Rabdomancia lectora

(post sin ton ni son)

Desde hace ya un tiempo me vengo encontrando con artículos de escritores argentinos cuya consigna es 'disparen sobre Cortázar'. Es tan predecible este parricidio que ni siquiera importa demasiado, pero tal vez de cuenta de que los escritores argentinos se toman más en serio que sus colegas uruguayos su papel como parte integrante del corpus 'literatura argentina', como inventores de sus propios precursores y constructores del canon. Esto parece ser bueno y saludable y el contraste con lo que sucede con la literatura uruguaya es absoluto. A la casi total inexistencia de nuevos escritores se suma el hecho de que la mayoría no se piensa en tanto parte integrante de una literatura nacional, ni repiensa sus padres (y mucho me temo que las más de las veces ni se molesta en leerlos) y mucho menos cree necesario alterar el canon de modo de asegurar cierta continuidad, una compañía con la que se sienta más a gusto o sencillamente las condiciones para que, en el futuro, su obra se inserte cómodamente en el mismo.

Del mismo modo que el asesinato de Cortázar era previsible, en Uruguay lo es el de Benedetti, un autor que gracias a sus primeros libros y a su actividad crítica puede ser considerado autor literario (a diferencia de Eduardo Galeano). Pero, en este país de Bartlebys, nadie tiene ganas de emprender seriamente esta titánica tarea.

Digo que la tarea es titánica no porque sea difícil: matar a Benedetti es harto más fácil que matar a Cortázar, pero esa labor parricida no puede llevarse a cabo como lo haría, por ejemplo, Escanlar.
El problema con Benedetti es que para matarlo primero habría que estudiarlo. Y no me refiero a que sea el parricida el que conozca al dedillo su obra sino a que no se puede matar a un autor que ha sido ignorado ampliamente por la academia. La realidad es que hoy día no existe un corpus de estudios literarios sobre la obra de Mario Benedetti. Por más que pienso no puedo recordar ninguna recopilación de ensayos sobre su obra, ningún libro de crítica, ni puedo asociar el nombre de un crítico literario al suyo. Y, nos guste o no, la obra de Benedetti es extensa y, por momentos, importante, abarca casi todos los géneros, desde el ensayo al (¡ay!) haiku y se conecta con la que quizás sea la última generación de escritores y críticos que vale la pena eh...matar.
Puedo recordar que existen, aunque no en exceso, libros sobre Onetti, Armonia Sommers, Felisberto y otros, incluso sobre la poco relevante obra de Cristina Peri Rossi. ¿Pero, y Benedetti?

Hace unos años se editó en argentina una Historia Crítica de la Literatura Argentina en 12 tomos. Lo más cercano a un emprendimiento de este tipo en Uruguay es la Historia de la Literatura Uruguaya editada por Banda en dos pequeños tomos, útiles sí, pero que sobrevuelan temas y autores que se amontonan en escasísimas páginas y que tiene la peculiaridad de que, al ser una historia de la literatura, es más una cronología que un ahondamiento crítico como su contraparte argentina.

Ah, pero todo lo anterior no es más que una digresión para justificar el título del post, que ya deben haber olvidado. 'Rabdomancia lectora' proviene de la rabdomancia ambulatoria que practican Oliveira y La Maga en Rayuela para encontrarse o perderse en París (ese libro del que Gonzalo Garcés afirma "hoy los ojos duelen al leer Rayuela") y de su aplicación a la lectura: rabdomancia lectora es es lectura al azar de fragmentos de muchos libros que se van asociando entre sí por pertinencia o mera presencia al alcance de la mano en un momento y lugar determinado.

Así, fruto de esa rabdomancia lectora he estado leyendo, sin orden ni método: 'The art of Vladimir Nabokov' de Page Stegner, 'Talking it over' de Julian Barnes, 'Martin Amis' de James Diedrick y 'El canon occidental' de Harlod Bloom.
Como, con Pynchon estoy convencida de que 'everything connects' o como dice mi querida Almost Real Parker 'todo se corresponde, amiga' trato de destejer la trama de correspondencias y chispas de sentido involuntarias que se producen cuando uno ejerce ésta, la mejor manera de leer. Y eso también me lleva de nuevo a Rayuela, a su estructura y a la horrible distinción cortazariana entre lector macho y lector hembra.

El ensayo de Stegner sobre Nabokov ha producido dos efectos, una renovada admiración por el manejo de la lengua de Master Nabokov y una perplejidad igualmente ilimitada sobre la capacidad de la crítica de sostener cualquier lectura por asombrosa que esta sea.
Por ejemplo, Stegner sostiene respecto a la figura del narrador de Pnin lo siguiente:

"El capítulo final parece responder la pregunta de cual es el motivo del narrador para contar la historia de Pnin -su propio sentimiento de culpa. La revelación de una conexión pasada entre el narrador y Pnin sirve para unir lo que de otra manera solo hubieran sido una serie de bocetos azarosos -relatos aparecidos en el New Yorker compilados entre tapas duras, como han señalado varios críticos. Pero el narrador no es un personaje con el que (el lector) se involucra, ni su intrusión final tiene otra función que las discutidas más arriba".

Realmente yo no sé que libro leyó Stegner, pero no fue Pnin, no el que yo conozco. Sería larguísimo explicar aquí la función que tiene el narrador, pero de lo que no tengo dudas es que el tema central en Pnin es la narración en relación con el narrador. Pnin no es un personaje, es un relato y es la irrupción del narrador la que le da ese carácter.
Pero ya he hablado largo y tendido sobre Pnin en otro post, así que mejor les hablo de lo que Stegner dice sobre Lolita, o más bien, los ensayos sobre este libro que Stegner elige para no decir nada propio sobre el libro.

Uno de esos ensayos es el de Elizabeth Phillips 'The Hocus Pocus of Lolita' publicado en Literature and Psychology y que señala las múltiples referencias en Lolita a Edgar Allan Poe (el nombre del primer amor de Humbert -Annabel Lee-, los nombres de Humbert -Monsieur Poe-poe, Edgar Humbert, Dr. Edgar H. Humbert-, la entrada biográfica anterior a la de Quilty en la lista de actores -Roland Pym-, la casa de Quilty que recuerda a la mansión Usher, etc). Está bien que yo no he leído el artículo de Elizabeth Phillips, pero Stegner señala que su tesis es que Nabokov, en Lolita está parodiando la escritura de 'The Life and Works of Edgar Allan Poe" de Marie Bonaparte. ¿¿¿???

Sin embargo, el ensayo más desopilante citado por Stegner es el de Diana Butler, titulado 'Lolita Lepidoptera' cuya tesis es que Lolita escenifica una metamorfosis revertida y que la pasión de Humbert por las nínfulas equivale a la de Nabokov por las mariposas. Butler señala por ejemplo, que la captura más significativa de Nabokov como lepidopterólogo fueron los primeros ejemplares femeninos de la especie 'Lycacides sublivens' y que Nabokov describe así el lugar de la captura, que tuvo lugar en Telluride, Colorado:

"Un callejón sin salida al final de dos carreteras convergentes, una proveniente de Plecerville y la otra de Dolores"

Eureka! habrá exclamado Butler al ver el nombre de Lolita. Pero la cosa no termina ahí: Butler argumenta además que:

"Nabokov repetidamente menciona el color cobrizo de las piernas y los brazos de Lolita. Las alas superiores de la Lycacides sublivens femenina son del color del bronceado solar"

Siguiendo con ese filón Butler se entusiasma, pues Nabokov también acierta a describir el vello de los brazos de Lolita y, oh sorpresa, la mariposa está cubierta con diminutos pelos modificados y, además, para extrema alegría de Butler, la comida favorita de esta maripozuela es la fruta y Lolita....adivinen qué.

Al fin y al cabo no se necesitaba inventar la deconstrucción para justificar cualquier lectura de un texto. Pero bueno, el pobre de Stegner tiene algunos aciertos entre tanta pavada, aunque la mayoría sean citas del propio Nabokov.

Entre las citas que el loco de Stegner tiene a bien elegir, me encuentro con esta, que me entusiasma lo indecible. Tal vez el hecho de estar aislada en un ensayo me haya hecho reparar en su tímida brillantez y simpliciadad. Se trata de la escena en que Humbert y Quilty luchan.

"I feel suffocated as he rolled over me. I rolled over him. We rolled over me. They rolled over him. We rolled over us".

Como diría el viejo Medina, el cine no es en absoluto necesario....(ya sé, estoy despedida)

Pero volviendo a la rabdomancia lectora, el azar me ha llevado a leer unos ensayos de James Diedrick sobre Martin Amis. Que el epígrafe del libro de Diedrick sea una cita de un ensayo de Amis titulado 'Lolita Reconsidered' es un detalle.

Es bien sabido que Amis es un cuidadoso lector de Nabokov, por no decir un admirador ferviente de su prosa. La manera más efectiva que encontró su padre Kingsley para quitarle importancia a los escritos de su hijo fue la confesada influencia de ese escritor al que Kingsley estimaba más bien poco. Casi todos los libros de Amis los he leído en español, salvo 'Success" y "Other people" por lo que es difícil medir cuánto de nabokoviano hay en la escritura de MA.

Sin embargo, leyendo el ensayo de Diedrick sobre 'Dinero', me encuentro con esta cita, una vez más, aislada de su contexto:

"The car and I crawled cursing to my flat. You just cannot park round here any more... You can doublepark on people: people can doublepark on you. Cars are doubling while houses are halving... Rooms divide, rooms multiply. Houses split -houses are tripleparked. People are doubling also, dividing, splitting."

Es un buen intento, después de todo, aunque excesivo. Lo raro es que, a diferencia de lo que sucede con Nabokov, estos juegos lingüísticos en MA no son siquiera intuíbles leyéndolo en español. La traducción se vuelve impermeable y esto tal vez se deba a que, a diferencia de Nabokov, MA se basa en la homofonía de ciertas palabras, mientras que en VN el juego lingüístico ilustra verbalmente la idea que lo subyace.

Siguiendo con esto de las lecturas concomitantes he estado hojeando 'Talking it over' (Hablando del asunto) de Julian Barnes. Alcancé a leer unas escasas 4 págs. en mi impresionante curiosidad lectora. Las novelas no se prestan tan bien para esto de la rabdomancia. Sin embargo esas cuatro paginitas albergan una discusión entre el mejor amigo y la mujer del narrador, en la que éste oficia de árbitro.

OK, yo sé que estoy haciendo trampas. 'Talking it over' es de 1991 y 'La información' es del '95, pero desde el quilombo que se armó entre Barnes, su amigo Martin Amis y la esposa del primero (y hasta entonces agente literaria del segundo) ya no puedo leer esa discusión literaria sin extrapolarla a aquella más real y pasto de tabloides. Sobre todo si el amigo del narrador es caracterizado como un pedante letrado.
La discusión versa sobre el uso correcto de la lengua y viene así:

"No, the point I'm trying to make is this: 'everyone else around here has changed their name' (...) Now did you notice how I said 'everyone' followed by 'their'? I did it deliberately, probably just to annoy Oliver. We had this tremendous row with Oliver. Well, an argument, anyway. Or at least a disagreement. He's a great pedant, Oliver. He's my oldest friend, so I'm allowed to call him a great pedant. Soon after Gill met him -that's my wife, Gillian- she said to me: 'You know, your friend talks like a dictionary' (...) And I can't remember how it first came up, but we had this argument (...) let me try and set down the opposing points of view:

OLIVER said that words like 'everyone' and 'someone' and 'no-one' are singular pronouns and must therefore be followed by the singular possessive pronoun, namely 'his'.

GILLIAN said you couldn't make a general remark and then exclude half the human race, because fifty per cent of the time, that 'someone' will turn out to be female. So, for reasons of logic and fairness you ought to say 'his or her'.

STUART then came up with a solution: 'his' being either inaccurate or insulting or quite possibly both and 'his or her' being diplomatic but awfully cumbersome, the obvious answer was to say 'their'."


Bien, la discusión en sí es bastante pelotuda y me hace acordar a las recomendaciones de la Guía del Mundo de evitar usar el término 'el hombre' para referirse a la humanidad, pero en mi conectividad Nabokov-Amis-Barnes-Amis vuelvo a Nabokov y a reparar en que, bien mirada, la cita de la pelea Humbert-Quilty que cité más arriba tiene por lo menos un elemento extraño:

'They rolled over him'.

Es como si por un momento, el narrador dejara de ser Humbert.

El ensayo de Stegner dedica numerosas páginas en dar cuenta de la aversión nabokova por el psicoanálisis, Freud y los discípulos de éste. Creo recordar una entrevista en que Nabokov reclamaba, airado "cuando sueño con trenes sueño con trenes y cuando sueño con túneles son túneles". Nabokov a veces ridiculiza cómicamente al psicoanálisis o lo parodia. El prólogo a Lolita, en donde se presenta el caso de Humbert como un caso clínico a estudiar me lleva de las narices nuevamente a Martin Amis, ya que Lolita fue reeditada hace poco tiempo en Inglaterra con un prólogo de éste último. Los editores ingleses, en uno de los errores más tragicómicos que haya escuchado últimamente, sustituyeron el prólogo de John Ray Jr. que como se sabe es parte constitutiva de la novela por el de Martin Amis. No sé si el libro, así editado llegó a las librerías, pero se imprimió sin las primeras páginas por lo que tuvieron que rehacer toda la edición. Claro, para un inglés el oscuro John Ray Jr. debía ser un académico americano, tal vez famoso en los años '50, pero hoy irremediablemente atrasado, que llama a Humbert 'anormal' y de él afirma que 'no es un caballero' y que, para peor, expresa su esperanza que Lolita 'hará que todos nosotros -padres, sociólogos, educadores- nos consagremos con celo y visión aún mucho mayores a la tarea de lograr una generación mejor en un mundo más seguro'. Esta es la mejor de las hipótesis, siendo la peor que ni siquiera leyeron el prólogo y lo sustituyeron sin más por el del archifamoso escritor inglés Martin Amis.

No desesperen que ya termino. Si hay algún lector que todavía siga el hilo de este entrevero se preguntará dónde entra Harold Bloom en todo esto. Pues, que en el libro de Bloom, la única mención a Nabokov, es, justamente a su aversión por todo lo que huela a freudiano. Tal vez compelido a incluir la literatura hispanoamericana en el canon occidental, Bloom afirma que "la literatura hispanoamericana del siglo XX, posiblemente más vital que la norteamericana tiene tres fundadores: el fabulista argentino Jorge Luis Borges, el poeta chileno Pablo Neruda y el novelista cubano Alejo Carpentier (...) Me centraré en Borges y Neruda, aunque puede que el tiempo demuestre la supremacía de Carpentier sobre todos los escritores latinoamericanos de este siglo." Esta sí que es la literatura del Bloom latinoamericano (risas piadosas).
O sea que la única referencia que le merece Nabokov a Bloom es que, junto con Borges eran "los dos escritores modernos a quienes más exasperaba Freud. Ambos se mostraron petulantes y desagradables con él". ¿Qué clase de comentario es este?

OK, ya me perdí. Espero que comenten porque pasarán semanas antes que pueda escribir una sola línea más, aunque espero que, entonces, más clara, pertinente y... breve. Me voy a leer lo que encuentre sobre la alienación.



|
Comments: Post a Comment

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com