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Monday, October 25, 2004

Ghetta va al Estadio (I)

Debo ser masoquista. Como si no fuera suficiente con la campaña política, en estos exactos momentos miro Estadio Uno, programa que debería llamarse 'Las denuncias de Gabito'. Cómo grita ese hombre.

Mis escasos conocimientos de los entretelones de la mafia futbolera me impiden saber cuánto hay de verdad hay en las denuncias de este periodista. Sin embargo, el caso de Gabito es sorprendente desde muchos puntos de vista. Para empezar, es el único periodista televisivo uruguayo que sistemáticamente denuncia a esa mafia que se supone no existe en Uruguay.

Quiero decir: a pesar que no puedo mensurar cuánto hay de veraz tras sus denuncias, es extrañísimo ver a un periodista que dice cosas gravísimas ante las cámaras y las defiende a capa y espada (y a los gritos). No pudieron callarlo ni los Spillman, que se pudren entre rejas después de atentar contra su vida.

Pero dios me libre de escribir un panegírico a Ricardo Gabito. Simplemente constato que, hoy día, es el único periodista político-deportivo de la televisión nacional. Y, me animaría a decir que es, incluso, más político que la totalidad de los periodistas políticos de la televisión. Equivocado o no, manipulador o no, miembro de otra pandilla o incluso ex miembro de la que detenta el poder o no, no hay dudas de que el resto de los periodistas futboleros (que futbolísticos sería un elogio excesivo) son meros loros que repiten y perpetuan el estado de las cosas. Y ganan fortunas con ello.

Si Gabito miente sería deseable que el resto de la prensa televisiva hiciera también su trabajo y contribuyera a esclarecer las polémicas que este periodista lanza al ruedo un día sí y otro también. Pero el corro sólo habla de 'la garra charrúa', 'ganaron a lo Peñarol o a lo Nacional' o 'poner lo que hay que poner'. Si tanto admiran esa virilidad que pregonan, ese espíritu de lucha, esa entrega en el desempeño de la profesión ¿por qué en el ejercicio de la propia se portan como unos eunucos?

Volvamos a las infaustas declaraciones, fruto de la más obsecuente imbecilidad, del técnico de la selección respecto a los homosexuales. Las mismas no merecen ni una línea de este blog. Pero al parecer, la mafia, la homosexualidad y las violaciones a las leyes están en el centro de lo que es hoy el fútbol uruguayo. Tanto Spillman como Fossatti, dedicaron su bella retórica a los homosexuales y, sin embargo, hubo un hecho que no tuvo demasiada repercusión, pero que, desde mi punto de vista hubiera merecido un escándalo mucho mayor que el estúpido asunto de la orientación sexual de los futbolistas.

Me refiero al episodio en el que Joe Emerson Bizera (y discúlpenme, pero no resisto la tentación de escribir ese nombre una y otra vez, que parece salido de la Historia Universal de la Infamia) casi no puede viajar a Buenos Aires a jugar por la selección por una orden judicial, ya que ese futbolista que nos representa, no le paga la cuota de alimentación a sus hijos. No recuerdo bien, pero creo que, para viajar, tuvo que poner una especie de 'fianza' de U$S 20.000. Está bien, no me dedico a mirar programas deportivos, pero, hasta donde yo sé, ni el paladín de la moralidad Fossatti ni uno solo de los periodistas televisivos dijo nada respecto al peligro que representaba para la moral de los jugadores el tener entre sus filas a un canalla que no cumple las obligaciones que tiene con sus hijos y que, sencillamente, falta a la ley. Es que Bizera es un hombre de acuerdo a los parámetros de Fossatti y de toda la prensa deportiva de Uruguay. Lo importante era que viajara, pues si no capaz que perdíamos 6 a 0.

Ah, pero no pueden pedírsele peras al olmo, salvo en el universo de Octavio Paz.

Pero volvamos al vociferante Gabito. Ya he dicho que tal vez Gabito sea el Fasano del fútbol, pero le doy por lo menos el crédito de haberme proporcionado el inmenso placer de ver (y oir) a Spillman fuera de control, mostrando sus análisis de dilatación anal y de haber logrado meterlo tras las rejas. Sin ir más lejos Spillman fue el primero en mucho tiempo en arrojar el epíteto de 'tupamaro' como un mecanismo de desacreditar al denunciante y terminó preso. Ojalá que la historia se repita.

La denuncia de hoy es, una vez más, sobre presiones sobre los periodistas. Gabito dice que Fossatti fue a Tenfield a pedir que despidieran a un periodista de VTV. Y, también, denunció el silencio de toda la prensa deportiva respecto a este hecho.

Ya lo dije: no sé cuánto de lo que dice Gabito es verdad, pero si mañana no está toda la prensa investigando la veracidad o falsedad de esta denuncia, será una nueva muestra del triste estado de la prensa del Uruguay. No sería la primera vez que esto sucede con un periodista deportivo: todos recuerdan el caso de Mario Bardanca, despedido de Canal 10 por hablar en exceso. "Concentrate en la pelota", le dijeron. En su caso no fue una metáfora, pero en el fondo le dijeron que se portara como ellos entienden se comporta un hombre.

Si en Uruguay hoy se llega al extremo de despedir a un periodista por criticar a la Orquesta del Sodre imagínense lo que sucede en torno a la Selección de fútbol. Al parecer, Tenfield mandó a Fossatti a ocuparse de sus asuntos, pero eso resulta irrelevante, salvo quizás porque, de acuerdo al modelo justicia infinita, Fossatti ponga a Forlán. Lo interesante sería llegar a saber si es verdad que el técnico de la selección presionó para que se despidiera a un periodista por sus dichos. Considerando que el abogado, ex presidente y aspirante a senador Julio María Sanguinetti (que no por casualidad es hombre de fútbol) viola sistemáticamente la ley a la vista de todo el mundo, tiene el tupé de alegar censura y hace de la defensa de la libertad de prensa uno de los temas fundamentales de la campaña del Partido Colorado, no sería demasiado extraño. Esa es la moral, así son los verdaderos hombres para la gente que hizo al fútbol uruguayo a su imagen y semejanza.

So it goes, diría el viejo Kurt.



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