Saturday, July 24, 2004
¿Probaste un Mac Pay, últimamente?
Ayer, dos mil o más espectadores fuimos a ver "Whisky", la segunda película de los hermanos Stoll Pablo & Rebella J. Pablo. Quería que la película me gustara y me gustó, pero no porque quisiera. Es decir, hay una especie de actitud mezquina bien uruguaya que el film retrata a la perfección, porque es el punto en el que un uruguayo y un judío "pobre" se parecen demasiado. Quiero decir: quería que me gustara la película, pero mi actitud también era, por momentos, here we are now, entertain us. Qué difícil es disfrutar, Jacobo.
Cuando vi "25 Watts" pensé: sí está bárbara, pero es una novela en primera persona. Veamos que pasa cuando pasen a la tercera persona. Después la vi en video y ahí pude ver otras cosas, porque estaba en casa, ya no había nada que decir de la película y no tenía que soportar a una caterva de bobetas diciendo: "son mis alumnos", "son mis amigos", o la increíble "la zona del parque rodó es como el soho, todos vivimos por ahí". They got on my nerves y mis antenitas de vinyl recomendaban cautela. Ah, qué amargado, Jacobo.
Mi primera reacción jacobina fue no ir al preestreno, sólo por no tener que reeditar la experiencia anterior. Pensaba que si no la veía me evitaba dos posturas igualmente boludas: "que báaaarbara, la película" o "es una novela en tercera persona, está bien, pero todavía es chistosa. Veamos que pasa cuando dejen de hacer chistes". Para mí era una buena opción ir a verla cuando Cinemateca la programara en "De la temporada". Cautela, equidad. ¿No vas a ver todo lo nuevo en "De la temporada"? ¿Por qué cambiar esta vez? Ah, Jacobo, qué mezquino.
Como bien dijo Diderot (hay que sacarle el jugo a los propios descubrimientos) "esto no es una crítica". Es una crónica, porque no sé nada de cine y soy alumna de Medina, por lo que me complazco en afirmar que el cine es una técnica, una tarea colectiva y un espectáculo, del que eventualmente pueden extraerse chispazos de genio a pesar de todo lo anterior. Lo que tiene de artístico el cine tiene que ser extraído de todo lo demás. Opera por succión de lo divergente. Por la tiranía de una opinión que prevalece. Por el control individual sobre el caos de lo ajeno indeterminado. Por selección natural de una inteligencia que se impone en un momento dado para desvanecerse en el próximo segundo. ¿De quién es este cuadro? El cine de autor es una contradicción de términos. ¿Quién es el autor de una película? Yo siempre prefiero que haya un culpable. Como en la literatura. Pero debo decir que la última literatura uruguaya que vale la pena es la de Felisberto, la de Onetti y que el cine o la música uruguaya, quimeras, monstruos colectivos, han dado productos curiosamente creativos.
Mientras tanto, yo veía la película. El trabajo de los actores es muy bueno. Y, después de un comienzo de difícil tránsito, la película entra más rápidamente de lo que preveía en su propia lógica. Hay una línea de laconismo que cruza el Río de la Plata y une las películas de Rejtman y las de Stoll & Rebella. Me divirtió muchísimo que "Whisky" sea tan autista y anodina como éstas, a pesar de retratar a unos viejos en lugar de a unos jóvenes. Sin embargo, en "Whisky" hay cierta previsibilidad en el desarrollo de la historia, cierta estructura demasiado presente, que no está dada solamente por las repeticiones o por lo previsible de la conducta de los personajes. Digamos que, a priori se puede adivinar una intención. El humor y las pequeñas variaciones en el tiempo de la narración, distienden esa presencia, que podría ser agobiante sin ellos. Es que ciertos encuadres, la elección de la manera de filmar algunas escenas denotan una excesiva autoconsciencia. Pero la belleza igual está, a pesar de que su elaboración permanezca en la superficie, y dejando la impresión de que no es ni espontánea ni afectada sino mas bien atenta.
"Me hubiera gustado más si no me hubiera dado cuenta por qué me gustaba en el mismo momento en que me estaba gustando, pero aún así, me gustó mucho" Eso es exactamente lo que diría sobre "Whisky". Es el caso de la toma del ascensor que baja, la posición de los actores en la cocina, o el tránsito completo de Marta por el pasillo del hotel. Son muy buenas, pero es el tipo de cosas que me gusta descubrir mucho después, cuando me doy cuenta que esto también estaba en la película (basta, Jacobo).
Pero tal vez lo anterior sea producto de mirar con demasiada atención, dada la proximidad del objeto. Tal vez el énfasis no esté en la película sino en lo escudriñador de mi mirada. Si "Whisky" no estuviera convocando permanentemente un territorio conocido, podría mirarla como lo que es: una muy buena película, sensiblemente filmada, tan cómica como triste. Es decir, tal vez podría "ver bien" a "Whisky" si yo fuera, digamos, uh ¿finlandesa?, OK, no, holandesa. Porque supongo que las alarmas que saltan son alarmas de proximidad, esas que en la lejanía nos sorprenden y cautivan y hacen que atesoremos la atmósfera peculiar de una película completamente ajena como parte indisoluble de su mérito estético. Que "Whisky" lo tiene, no quedan dudas. Que yo lo pueda ver y disfrutar completamente, sin sabotajes, es más difícil. Pero claro que eso no tiene la más mínima importancia. Yo soy Jacobo.
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Ayer, dos mil o más espectadores fuimos a ver "Whisky", la segunda película de los hermanos Stoll Pablo & Rebella J. Pablo. Quería que la película me gustara y me gustó, pero no porque quisiera. Es decir, hay una especie de actitud mezquina bien uruguaya que el film retrata a la perfección, porque es el punto en el que un uruguayo y un judío "pobre" se parecen demasiado. Quiero decir: quería que me gustara la película, pero mi actitud también era, por momentos, here we are now, entertain us. Qué difícil es disfrutar, Jacobo.
Cuando vi "25 Watts" pensé: sí está bárbara, pero es una novela en primera persona. Veamos que pasa cuando pasen a la tercera persona. Después la vi en video y ahí pude ver otras cosas, porque estaba en casa, ya no había nada que decir de la película y no tenía que soportar a una caterva de bobetas diciendo: "son mis alumnos", "son mis amigos", o la increíble "la zona del parque rodó es como el soho, todos vivimos por ahí". They got on my nerves y mis antenitas de vinyl recomendaban cautela. Ah, qué amargado, Jacobo.
Mi primera reacción jacobina fue no ir al preestreno, sólo por no tener que reeditar la experiencia anterior. Pensaba que si no la veía me evitaba dos posturas igualmente boludas: "que báaaarbara, la película" o "es una novela en tercera persona, está bien, pero todavía es chistosa. Veamos que pasa cuando dejen de hacer chistes". Para mí era una buena opción ir a verla cuando Cinemateca la programara en "De la temporada". Cautela, equidad. ¿No vas a ver todo lo nuevo en "De la temporada"? ¿Por qué cambiar esta vez? Ah, Jacobo, qué mezquino.
Como bien dijo Diderot (hay que sacarle el jugo a los propios descubrimientos) "esto no es una crítica". Es una crónica, porque no sé nada de cine y soy alumna de Medina, por lo que me complazco en afirmar que el cine es una técnica, una tarea colectiva y un espectáculo, del que eventualmente pueden extraerse chispazos de genio a pesar de todo lo anterior. Lo que tiene de artístico el cine tiene que ser extraído de todo lo demás. Opera por succión de lo divergente. Por la tiranía de una opinión que prevalece. Por el control individual sobre el caos de lo ajeno indeterminado. Por selección natural de una inteligencia que se impone en un momento dado para desvanecerse en el próximo segundo. ¿De quién es este cuadro? El cine de autor es una contradicción de términos. ¿Quién es el autor de una película? Yo siempre prefiero que haya un culpable. Como en la literatura. Pero debo decir que la última literatura uruguaya que vale la pena es la de Felisberto, la de Onetti y que el cine o la música uruguaya, quimeras, monstruos colectivos, han dado productos curiosamente creativos.
Mientras tanto, yo veía la película. El trabajo de los actores es muy bueno. Y, después de un comienzo de difícil tránsito, la película entra más rápidamente de lo que preveía en su propia lógica. Hay una línea de laconismo que cruza el Río de la Plata y une las películas de Rejtman y las de Stoll & Rebella. Me divirtió muchísimo que "Whisky" sea tan autista y anodina como éstas, a pesar de retratar a unos viejos en lugar de a unos jóvenes. Sin embargo, en "Whisky" hay cierta previsibilidad en el desarrollo de la historia, cierta estructura demasiado presente, que no está dada solamente por las repeticiones o por lo previsible de la conducta de los personajes. Digamos que, a priori se puede adivinar una intención. El humor y las pequeñas variaciones en el tiempo de la narración, distienden esa presencia, que podría ser agobiante sin ellos. Es que ciertos encuadres, la elección de la manera de filmar algunas escenas denotan una excesiva autoconsciencia. Pero la belleza igual está, a pesar de que su elaboración permanezca en la superficie, y dejando la impresión de que no es ni espontánea ni afectada sino mas bien atenta.
"Me hubiera gustado más si no me hubiera dado cuenta por qué me gustaba en el mismo momento en que me estaba gustando, pero aún así, me gustó mucho" Eso es exactamente lo que diría sobre "Whisky". Es el caso de la toma del ascensor que baja, la posición de los actores en la cocina, o el tránsito completo de Marta por el pasillo del hotel. Son muy buenas, pero es el tipo de cosas que me gusta descubrir mucho después, cuando me doy cuenta que esto también estaba en la película (basta, Jacobo).
Pero tal vez lo anterior sea producto de mirar con demasiada atención, dada la proximidad del objeto. Tal vez el énfasis no esté en la película sino en lo escudriñador de mi mirada. Si "Whisky" no estuviera convocando permanentemente un territorio conocido, podría mirarla como lo que es: una muy buena película, sensiblemente filmada, tan cómica como triste. Es decir, tal vez podría "ver bien" a "Whisky" si yo fuera, digamos, uh ¿finlandesa?, OK, no, holandesa. Porque supongo que las alarmas que saltan son alarmas de proximidad, esas que en la lejanía nos sorprenden y cautivan y hacen que atesoremos la atmósfera peculiar de una película completamente ajena como parte indisoluble de su mérito estético. Que "Whisky" lo tiene, no quedan dudas. Que yo lo pueda ver y disfrutar completamente, sin sabotajes, es más difícil. Pero claro que eso no tiene la más mínima importancia. Yo soy Jacobo.
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