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Tuesday, June 01, 2004

La garra inca o los charrúas pintados

Mañana, no encenderé la radio, no miraré la tele. Iré al cine a ver "Capitán de mar y guerra". No quiero escuchar nada sobre la derrota de Uruguay. No es que me importe la derrota en sí, me importa todo lo que viene después. Los comentaristas fútbolísticos me agotan como pocas cosas en este mundo.

Cuando pusieron a Carrasco de DT de la selección dije "¿Quuuuéééé?" Era un gesto tan desesperado como si ahora pusieran a Pelusso, el DT de Danubio, solo porque apareció de pronto y le va bien.
No soporto a Carrasco, es una especie de hamster megalómano idiotizado que se viste como un Testigo de Jehová. Sin embargo, me pareció que, en el error, significaba un gesto de parte de la burocracia mafiosa que dirige el fútbol uruguayo. Un gesto que tendía a ponerse en manos del mas anormal pero el único que parecía querer hacer las cosas siguiendo una idea diferente, o rupturista, que tenía una cierta convicción sin fundamento, pero cuando el bote se hunde, si hay un tipo que dice que la solución es poner condones inflados alrededor del bote y tiene los suficientes en los bolsillos, pues, probemos... sobre todo si logra que los histéricos se pongan a soplar adentro de las gomitas en lugar de romper las bolas quince minutos antes de una muerte segura.

Pero claro, las convicciones acá duran poco, igual que las políticas y el cerramiento de filas. Allá voló Carrasco, pues nadie está dispuesto a reconocer que hoy, de 10 partidos entre Uruguay y Venezuela, sea con el técnico que sea, lo más probable es que Venezuela gane 5 y empate 2.
Ahora dirán que es demasiado pronto para juzgar a Fossatti, pobre, recién llega, pero que bla, bla, bla, bla. No me someteré a ello.

Yo, que creo que los nombres y apellidos están mágicamente relacionados con las personas que los ostentan, solía decir, lamentándolo profundamente, que Carrasco, el técnico, era la última esperanza de los uruguayos, igualito que el aeropuerto homónimo. Representaba lo mismo, el manotón de ahogado, el destino desconocido que lo más probable es que sea peor que el conocido, pero que si tenés que volver, volverás cambiado, para mejor o para peor, pero nunca el mismo, el agua estancada que se pudre irremediablemente.

El nombre de Fossatti me da escalofríos de enterrador. Pobre hombre, pero su nombre está cargado de malos presagios que han empezado por cumplirse. Por lo menos Pelusso tiene nombre de payaso.

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