Sunday, May 02, 2004
La mala memoria de Master Nabokov
Con Lolita, Nabokov creó una de las obras literarias más brillantemente escritas del siglo XX, una oda a la belleza inmortal y el deseo puro (y que me condenen por el adjetivo), un nombre propio que pasó a denominar genéricamente a las nínfulas hasta para la revista Gente, una mirada a la vez fascinada y despreciativa de la culta Europa sobre la bárbara América, una novela de carretera, un estudio sobre la crueldad en el que es imposible de discernir la víctima del victimario y tantas cosas más como palabras, giros, significados y guiños tiene la novela.
Lolita -la novela y el arquetipo- son inmortales.
Pero cuando Nabokov intentó publicarla, no fue considerada inmortal sino más bien inmoral. Ese es un cuento bien conocido.
Tal vez sea menos conocido que esto sucedió también en Buenos Aires, con la edición de 1959 publicada por Sur y que todavía puede encontrarse en las librerías de usados en Montevideo.
Borges, en el Nº 260 de la Revista Sur escribió: "No he leído el volumen de Nabokov y no pienso leerlo, ya que la longitud del género novelesco no condice ni con la oscuridad de mis ojos ni con la brevedad de la vida humana (...) Si no me engaño, existe una razón de orden psicológico para que la menos peligrosa de las buenas o malas literaturas sea la pornográfica." Como defensa no parece muy brillante, pero bien mirado, Borges no podía saber -sin leerla- si era o no pornográfica y solo podía alegar que, de serlo, era lo menos peligroso que podía ser una obra literaria.
Todo lo anterior viene a cuento porque Lolita está, nuevamente, en el ojo de la tormenta.
En la edición del 19 de marzo del Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ensayista Michael Maar ha revelado la existencia de una nínfula literaria anterior a Lolita, llamada... eh... Lolita.
La Lolita primigenia es un cuento corto, publicado por un tal Heinz von Lichberg (seudónimo literario de Heinz von Eschwege) en 1916 y que relata la historia de un hombre mayor que se enamora de la hija del dueño de la posada en que el narrador se aloja en un viaje a España. Lolita es "terriblemente joven" y basta una mirada para que el narrador quede prendado de ella.
El cuento de von Lichberg puede leerse aquí (en inglés), y parte del artículo de Maar (reproducido por el Times Literary Suplement) aquí.
Todo este asunto ha levantado una inmensa polvareda en Europa, con acusaciones de plagio (que no surgen del artículo de Maar) y defensas de parte de Nabokov hijo alegando que VN no hablaba alemán (a pesar de haber vivido ambos autores en la misma ciudad en la fecha de publicación de la Ur-Lolita, como la llama este artículo del New York Observer que propone que se trata de un caso de criptoamnesia y pueden leer aquí).
En vistas de las distancias que separan a ambas obras en cuanto a calidad literaria y un gigantesco etcétera, la acusación de plagio es banal. No así el cuento de von Lichberg como metatexto para la lectura de la Lolita de siempre.
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Con Lolita, Nabokov creó una de las obras literarias más brillantemente escritas del siglo XX, una oda a la belleza inmortal y el deseo puro (y que me condenen por el adjetivo), un nombre propio que pasó a denominar genéricamente a las nínfulas hasta para la revista Gente, una mirada a la vez fascinada y despreciativa de la culta Europa sobre la bárbara América, una novela de carretera, un estudio sobre la crueldad en el que es imposible de discernir la víctima del victimario y tantas cosas más como palabras, giros, significados y guiños tiene la novela.
Lolita -la novela y el arquetipo- son inmortales.
Pero cuando Nabokov intentó publicarla, no fue considerada inmortal sino más bien inmoral. Ese es un cuento bien conocido.
Tal vez sea menos conocido que esto sucedió también en Buenos Aires, con la edición de 1959 publicada por Sur y que todavía puede encontrarse en las librerías de usados en Montevideo.
Borges, en el Nº 260 de la Revista Sur escribió: "No he leído el volumen de Nabokov y no pienso leerlo, ya que la longitud del género novelesco no condice ni con la oscuridad de mis ojos ni con la brevedad de la vida humana (...) Si no me engaño, existe una razón de orden psicológico para que la menos peligrosa de las buenas o malas literaturas sea la pornográfica." Como defensa no parece muy brillante, pero bien mirado, Borges no podía saber -sin leerla- si era o no pornográfica y solo podía alegar que, de serlo, era lo menos peligroso que podía ser una obra literaria.
Todo lo anterior viene a cuento porque Lolita está, nuevamente, en el ojo de la tormenta.
En la edición del 19 de marzo del Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ensayista Michael Maar ha revelado la existencia de una nínfula literaria anterior a Lolita, llamada... eh... Lolita.
La Lolita primigenia es un cuento corto, publicado por un tal Heinz von Lichberg (seudónimo literario de Heinz von Eschwege) en 1916 y que relata la historia de un hombre mayor que se enamora de la hija del dueño de la posada en que el narrador se aloja en un viaje a España. Lolita es "terriblemente joven" y basta una mirada para que el narrador quede prendado de ella.
El cuento de von Lichberg puede leerse aquí (en inglés), y parte del artículo de Maar (reproducido por el Times Literary Suplement) aquí.
Todo este asunto ha levantado una inmensa polvareda en Europa, con acusaciones de plagio (que no surgen del artículo de Maar) y defensas de parte de Nabokov hijo alegando que VN no hablaba alemán (a pesar de haber vivido ambos autores en la misma ciudad en la fecha de publicación de la Ur-Lolita, como la llama este artículo del New York Observer que propone que se trata de un caso de criptoamnesia y pueden leer aquí).
En vistas de las distancias que separan a ambas obras en cuanto a calidad literaria y un gigantesco etcétera, la acusación de plagio es banal. No así el cuento de von Lichberg como metatexto para la lectura de la Lolita de siempre.
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