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Wednesday, May 18, 2005

I'm lovin' it.

Mc Donald's me encanta. Es verdad. No sólo me gusta la Big Mac y la Mc Bacon y la Mc Huevo sino que sus locales son una fuente ilimitada de estímulos. Guardo pedazos de manteles con inverosímiles letras de rock, declaraciones de fidelidad de empleados que harán carrera, dibujos de Disney (como el de Atlantis de hace un par de posts). Examino los juguetes de la cajita feliz en el exhibidor, que sin excepción son más interesantes y estimulantes para los niños que para las niñas: un robot para los varones, una cartera con piel y espejo para las nenas, un auto que se transforma en reloj para ellos, un set de broches, collares y pulseras para ellas. Nunca vi a una niña querer el juguete de niño, por lo que supongo que McDonald's tiene razón y yo estoy equivocada.

Pero últimamente pasan cosas raras en McDonald's. Uno va allí a que le sirvan siempre la misma hamburguesa, ideales platónicos, ruiseñores de Keats y viene un tipo al que le han machacado el cerebro durante semanas y se lo han frito en margarina, a quien lo emboscan en la cocina con un cronómetro y le hacen recitar los ingredientes de cada una de las hamburguesas y te porfía que la Big Mac no lleva queso. Uno pide una Coca Cola sin hielo y el empleado SOPLA la espuma para que no desborde el vaso.

Hace unos días que vengo viendo el anuncio del nuevo "sandwich" de McDonald's: el McCriollo. Lo anuncian con un gran cartel que dice ¡BO!
¿Bo? ¿Bo Jackson, Bo Derek? ¿No habrán querido poner ¡VO!? Hasta donde yo sé, el uruguayísimo VO es un "VOS" callejero, al que se le ha caído la "s" final. Me dirán que suena BO y que al no ser una palabra que haya entrado en el DRAE (a diferencia del "che", que sí lo ha hecho) puede escribirse de cualquier manera. Pero eso sería ignorar de plano el orígen de la interjección y vaciarla de significado.

A estas alturas estoy convencida de que el grupo revolucionario la Joda, ha infiltrado McDonald's y si los descubren serán los desempleados del mes. Hacía exactamente 16 años que no abría "El libro de Manuel". Fui a buscarlo, lo abrí y saltó un papelito, escrito con mi letra de cuando tenía, snif, 21 años. Recoge esta cita (y sólo esa) del libro de Cortázar:

"Liquidar la noción de eficacia del adversario como decía Gene Tunney, porque mientras sea él quien la imponga nos condena a aceptarle sus cuadros semánticos y estratégicos"

Todo se relaciona. Viva la Joda.

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Tuesday, May 10, 2005

Entre sotanas y batas blancas

Es indiscutible que nadie tiene derecho a imponer al prójimo un hábito pernicioso para la salud. Sin embargo la iniciativa de reglamentar la prohibición de fumar en los espacios públicos del Presidente Tabaré Vázquez y la Ministra de Salud Pública, Ma. Julia Muñoz, parece apuntar a algo más que a cuidar la salud de los fumadores pasivos. Las declaraciones de Vázquez de que "el cáncer de pulmón mata a tres uruguayos por día", no hace sino reafirmar que de lo que se trata no es tanto de traer justicia a los no fumadores tras siglos de sometimiento a los humos del vecino sino de apelar al cercamiento del fumador reduciendo los ámbitos en los que puede practicar tan pernicioso y reprobable hábito, a la vez que cierra las puertas a cualquier aspiración de un debate serio sobre la legalización del consumo de marihuana.

Si la medida apuntara a proteger a aquellos que no quieren fumar y se ven obligados a hacerlo, Vázquez debería haber especificado a cuánto asciende el genocidio de no fumadores y no a aquellos que, muy probablemente, decidieron fumar aún siendo conscientes de que perjudicaban su salud, al punto de estar dispuestos a pagar con su vida el placer de rendirse a tan pernicioso hábito.
Ni Tabaré Vázquez ni Ma. Julia Muñoz parecen preguntarse por qué esos uruguayos estaban obligados a morirse de viejos. Parten de la base de que todo ser humano está obligado a vivir de tal manera que logre permanecer en este mundo el mayor tiempo posible y, en base a esa idea de discutible validez universal, reglamentan con validez universal. Sin embargo, ni el Estado, ni la Ciencia puede tener injerencia en la determinación de lo que es una gestión adecuada o inadecuada de la vida y la salud de un individuo.

Que la medida va más allá de proteger la salud de los saludables y que apunta al cercamiento y a la disuasión represiva de quienes no aceptan el modelo de salud biologicista que determina la salud en términos de duración del cuerpo como máquina, parece evidente cuando uno analiza la "solución" del problema de los díscolos fumadores: en el caso de los lugares públicos donde el individuo no puede optar si concurrir o no concurrir, se aplica, correctamente, la prohibición total, mientras en los lugares donde el individuo va por voluntad propia se propone aislar a los fumadores en un apartado hermético con extractores de aire. La eventualidad de que el dueño de un establecimiento privado pueda determinar qué servicios presta y a qué tipo de clientes dirige su propuesta y del usuario de elegir a qué ambiente se somete, queda fuera de discusión. Es más efectivo aislar a los "enfermos" que anunciar en la puerta que el lugar es abierto a los fumadores y que el usuario decida si arriesga o no su vida, permaneciendo unas horas en un ambiente poluto por libre elección.

Al parecer, no se trata tanto de traer más libertad a los oprimidos fumadores pasivos como de restringirla a aquellos que, manteniendo un hábito pernicioso, no sólo ocasionan grandes gastos médicos al Estado sino que son ejemplo de comportamiento antisocial, individualista, antieconómico y hasta suicida. Sin embargo, en el centro del debate sobre las prohibiciones (del tabaco como de otras drogas) debe primar una cuestión de orden ético sobre las de índole económica: ¿qué derecho tiene el Estado de proteger a los individuos del daño que puedan hacerse a sí mismos? John Stuart Mill, en su ensayo "Sobre la Libertad" argumentaba:

"El único motivo por el cual el poder puede ser ejercido de pleno derecho sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar el daño a otros. Su propio bien, ya sea físico o moral, no es una razón suficiente. Éste no puede ser compelido a hacer o no hacer aludiendo que será mejor para él, o a que lo hará más feliz, o porque, en opinión de otros, hacerlo o no hacerlo sería más sabio, o mejor. Éstas son buenas razones para expresar desacuerdo con él, o razonar junto a él, o para persuadirlo, o para pedirle que lo haga o no lo haga, pero no para obligarlo o amenazarlo con un daño si no actúa de acuerdo a estas opiniones. Sobre su ser, sobre su cuerpo y mente, el individuo es soberano"

El control que los poderes intentan ejercer sobre la libertad del individuo para determinar su estado de bienestar une a la Iglesia con el Estado en una cruzada de domesticación que ha ido cambiando el premio que se ofrece a aquellos que se ajustan al modelo propuesto. Allí donde la Iglesia ofrece salvación, el Estado moderno ofrece salud, una vida larga y (convenientemente) productiva.
O como apunta Fernando Savater en "El contenido de la felicidad":

"Tal como fue la salvación, la salud es el fin de la vida del hombre sobre la Tierra; ambas son bienes que se da por supuesto que el hombre debe anhelar, incluso sin saberlo, salvo perversión diabólica de la voluntad o de la mente (locura); en ambos casos existe un cuerpo de especialistas dedicado a concretar cuales son las vías para alcanzarlas y a condenar cualquier iniciativa herética individual; una y otra son, en último término, impuestas -por el bien de todos- mediante instituciones oficiales destinadas a impedir las tentaciones y sancionar los extravíos. La religión tradicional, utilizando como instrumento ideológico la teología de la salvación, aspiró al establecimiento en este mundo de una teocracia; el utilitarismo estatista laico, empleando el dogmatismo médico, ha conseguido imponer modernamente lo que Thomas Szasz llama un 'Estado terapéutico'. (...) Desde un punto de vista ético -aunque solo sea terminologicamente- el dogma fundamental del Estado terapéutico es que es malo cuanto va contra la salud y bueno cuanto la favorece."

En ese sentido y siguiendo a Thomas Szasz, Savater llama a distinguir entre hacer algo por alguien y hacer algo a alguien, siendo habitual que se presenten como intervenciones por el bien de alguien lo que son manejos sobre él. "La única forma de resistencia ante este equívoco es reclamar: no hagáis nada por mi bien sin mi previo requerimiento". Así, uno se pregunta, por ejemplo, qué derecho tiene la IMM de multar a aquellos que deciden manejar sin cinturón de seguridad o una moto en solitario sin usar casco, cuando la vida que ponen en peligro es la propia. Con el mismo criterio habría que multar cualquier conducta riesgosa para la propia salud, perseguir a paracaidistas y skaters, aplicar severas sanciones al distraído, ir tras el gordo, el sedentario, el mero insomne.

En agosto de 2003, el músico Brian Eno, escribía un artículo en 'The Observer' a raíz del libro "Weapons of Mass Deception" de Sheldon Rampton y John Stauber. En él se refería a los cambios en las formas de control gubernamental de los ciudadanos:

"Cuando visité Rusia, en 1986, me hice amigo de un músico cuyo padre había sido el doctor personal de Brezhnev. Un día estábamos hablando sobre la vida durante 'el período de estancamiento' -la era de Brezhnev. 'Debe de haber sido extraño vivir completamente sumergido en la propaganda', le dije. 'Ah, pero ahí está la diferencia. Nosotros sabíamos que era propaganda', contestó Sacha. Ésa es la diferencia. La propaganda soviética era tan obvia que la mayoría de los rusos no le prestaban atención. Daban por sentado que el gobierno actuaba según sus propios intereses y que cualquier mensaje que viniera de él venía sesgado, por lo que no lo tomaban en cuenta. (...)"

Eno señala que el control social se ha vuelto más sofisticado y solapado, tanto que merece un nombre nuevo. Ya no es propaganda: es prop-agenda: "No es tanto el control de lo que pensamos, sino el control sobre qué cosas pensamos. Cuando nuestros gobiernos quieren vendernos un curso de acción, lo hacen asegurándose que sea la única cosa en la agenda, la única cosa sobre que todos hablamos."

El anuncio de la reglamentación sobre el hábito de fumar no resultaría especialmente llamativo si no coincidiera con otros temas de la agenda presidencial, que en los últimos meses parece regirse por las preferencias personales del primer mandatario antes que por el programa de un partido político. El traslado de la estatua de Juan Pablo II, el anunciado veto a la ley de salud reproductiva y la presente reglamentación parecen salidos directamente de la peripecia vital de Tabaré Vázquez. Tal vez a ello se deba la profusión de biografías del Presidente en librerías que, a la luz de las últimas iniciativas presidenciales cualquier analista político se vería tentado a consultar cual oráculo.

Lamentablemente, redefinir el concepto de salud, promover el debate, educar a fin de que como ciudadanos seamos libres de elegir con responsabilidad no parecen figurar en la agenda inmediata del gobierno. Lo azaroso de dicha agenda no sería más que anecdótico si no existiera una constante que une cada uno de los puntos enumerados: la imposición unilateral de una idea, que se presenta como indiscutible. En el caso de la reglamentación en contra del tabaco (aún aceptando que la salud pública se redujera a la pureza del aire que nos vemos obligados a respirar) y suponiendo cierta coherencia en las preocupaciones presidenciales, tras 15 años de gobierno municipal, deberían haber aparecido un ejército de inspectores controlando que se cumplieran con las emisiones de gases máximas admitidas y dicho control no debería hacerse solo en las calles sino incluirse en el -hoy por hoy- inservible y meramente recaudatorio Computest pues si hay algo que "fuma" en Uruguay y que afecta a las personas sin distinción y sin elección, son los vehículos automotores, en especial ómnibus y taxímetros, bajo directa supervisión (y subvención) municipal. Basta ir a una feria vecinal y echarle un vistazo a la flota de camiones con Computest aprobado hasta el 2008, para sufrir un irreprimible ataque de risa.

El artículo de Brian Eno finaliza: "Cuando yo era joven, un tío excéntrico decidió enseñarme cómo mentir. Como él me explicó, no era porque quisiera que yo mintiera, sino porque pensó que yo debía saber cómo reconocer cuando estaban mintiéndome. Espero que escritores como Rampton y Stauber y otros puedan tener el mismo efecto y ayuden a extirpar cultura de la mentira y disimulo que está haciéndose de nuestros regimenes políticos."

El triunfo de la izquierda es, en gran parte, la culminación de un proceso de aprendizaje de la ciudadanía para reconocer cuándo le estaban mintiendo o manipulando. No pretenderán que lo olvidemos ahora.



Post Scriptum UK

A unas horas de haber escrito el post, encuentro una edición de noviembre de 2004 del muy liberal "The Economist" cuyo artículo principal se titula "No smoking, hunting, sugar, salt, fat..." y trata de las nuevas prohibiciones del gobierno de Tony Blair. El artículo comienza así:

"Enjoying yourself? Well, you'd better stop then. This week is banning week in Britain."

Respecto al tema de la salud (ya que la prohibición de cazar es solo respecto a la salud de los zorros) el argumento es similar al del post de más arriba:

"The question of just how much should be done reaches right down into the principles underpinning liberal democracy. According to those principles, the government is entitled to interfere with people's behaviour only in so far as it affects other people. Otherwise, well-informed individuals should be allowed to make their own choices. If they want to harm themselves, that's up to them.
That's why the government has tried to sell the smoking ban in the way it has. Passive smoking, it argues, kills other people. Yet the numbers involved are tiny..."


Pero, como el título del artículo lo indica (al incluir la caza del zorro), "The Economist" sospecha que lo que el gobierno laborista busca borrar las fronteras de clase en Gran Bretaña. A la vez que prohibe a los ricos irse al campo a practicar su aristocrático deporte favorito, intenta, mediante regulaciones, mejorar la calidad de vida de las clases más pobres, en la que se concentra mayor porcentaje de fumadores y adictos a la comida chatarra: la expectativa de vida de un Británico de clase alta es 7.4 años más que en uno de clase baja, el 42% de los trabajadores no calificados fuma, contra el 15% de profesionales, el 28% de las mujeres de clase baja son obesas, contra el 14% de las de clase alta y lo mismo sucede con los niños, que comen un 50% menos de frutas y vegetales en las clases bajas.





Yo creo que está muy bien que los laboristas pretendan cambiar un poco los números, tal vez tal y como intenta hacerlo el gobierno de Tabaré Vázquez.
La pregunta es si ese cambio de condiciones de vida serán para vivir una vida miserable pero más larga o si vendrán acompañadas por otros cambios. Muchos argumentan que el episodio de la estatua del Papa se debe a que el gobierno de Vázquez espera recibir ayuda de la Iglesia Católica para sostener el Plan de Emergencia. De última no hay demasiada diferencia entre inclinarse ante el FMI que hacerlo ante Wojtyla, aunque hay quienes preferimos pagar con dinero que con concesiones ideológicas.

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Wednesday, May 04, 2005

Delirium tremendum

No es mi intención ser insistente y este post es una especie de "coda" del anterior. Ya me lo habían adelantado, pero ahora aparece en la prensa y no puedo perder esta oportunidad que tan amablemente me brindan los enemigos de Búsqueda para ilustrar lo que decía en mi anterior post.
Leo, asustadísima, la siguiente columnita aparecida el jueves pasado:

Un ambicioso proyecto audiovisual forma parte del programa cultural de Ricardo Ehrlich

CINECITTÀ EN MONTEVIDEO

Un proyecto impulsado por el escritor Mauricio Rosencof y el periodista Gerardo Bleier, que consiste en un gran centro de producción audiovisual pública y privada, es uno de los elementos (sic) que maneja el candidato a la Intendencia de Montevideo, Ricardo Ehrlich, en cuanto a política cultural. El proyecto apuntaría a la creación de una marca-país para el desarrollo de la industria audiovisual. El centro estaría instalado en la fábrica de FUNSA de Camino Corrales y allí se trasladarían el canal estatal Tveo y el municipal Tevé Ciudad. En cuanto al cine se prevé la instalación en el mismo lugar de un gran estudio para rodajes y un laboratorio para revelado. El proyecto apunta a la producción de contenidos televisivos y de cine para exportar, enmarcados en una política institucional al estilo de otros países latinoamericanos, como Argentina y Chile.
Fuentes cercanas a la IMM señalan a Rosencof como posible director de Cultura de una eventual Intendencia frentista. Al ser consultado por Búsqueda, Rosencof admitió que estaba trabajando con un grupo de gente en torno a Ehrlich en proyectos relacionados con la cultura. En materia audiovisual, el escritor expresó que había ideas ambiciosas y que la intención era "encarar las cosas como Aureliano Buendía: una guerra para acabar con todas las guerras".
La perspectiva de crear una especie de Cinecittà ha inquietado a algunos sectores del medio audiovisual, que opinan que se trata de un proyecto excesivo para lo que se necesita. Según fuentes vinculadas al quehacer audiovisual, en Uruguay no se justifica crear un gran estudio ni un gran laboratorio para la cantidad de películas que efectivamente se realizan al año. En cambio, sí resaltaron como importante la aprobación de una Ley de Cine que regule una actividad que se ha vuelto comercial y que genera puestos de trabajo. Las mismas fuentes también precisaron que sería mejor que el Estado pagara una deuda atrasada de aproximadamente 400 mil dólares que tiene con Ibermedia y el Fona (Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional), dos órganos de financiación para el desarrollo del audiovisual en el Uruguay.


Oh-my-God!

Así que Rosencof y Bleier van a trasladar dos estudios de televisión a la fábrica de FUNSA, que como todo el mundo sabe es algo baratísimo y practiquísimo de hacer. Van a unir en un mismo lugar un canal que depende del gobierno nacional con otro que depende del departamental (de la misma manera que han unido al Depto. de Locaciones de la IMM con el Instituto Nacional del Audiovisual). Van a producir telenovelas y doblar películas para darle trabajo a los actores.

La pregunta es: ¿esa es la idea que tienen de política cultural? ¿lo primero que van a hacer es tratar de fundar una industria de la nada? ¿creen que teniendo un gran estudio, un precioso laboratorio y todo el equipamiento basta para producir películas a escala industrial? Y además, ¿telenovelas? ¿doblaje de películas? ¿Eso es cultura?
En esto, estoy de acuerdo con la respuesta del unipersonal de Restuccia.

A quienes no les genere inconvenientes, por favor continúen commentando en el link de Blogger. Tks.

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